La última vez que visité la región sur de la República Dominicana era pasante en el Listín Diario. En aquella ocasión íbamos invitados por el Cluster Ecoturístico de Barahona y luego de Pedernales, y la USAID. Quedé maravillada por los lugares a los que fuimos y que pudimos conocer. Sin embargo, de eso hacen ya cinco años, y son pocos los recuerdos que se mantienen en mi cabeza. Aún así, desde mi primer viaje había decidido regresar, sólo que no se había presentado la oportunidad hasta ahora.
Si les soy sincera, habían más razones para no ir que para si. No había suficiente dinero, el temor de manejar tan lejos me tenía medio paralizada, el hecho de que solo seríamos dos chicas era peor, que si nos roban, que si la carretera solitaria, que si se daña el vehículo… Y claro, las personas alrededor no ayudaban: ¿Cuánto es tu presupuesto? Vas a quemar mucha gasolina, vas a gastar tanto en gasolina, esa carretera es muy solitaria, a un grupo les rompieron los cristales del vehículo y se llevaron lo que tenían adentro… ¿y solo van tu y ella?
Al final, ni siquiera yo estaba segura de querer hacerlo, pero como por inercia preparé mi vehículo -véase llevarlo al taller para sus respectivos chequeos y alineación y balanceo de gomas-, hice mis bultos y traté de dormir temprano luego de colocar mi alarma a las 5:20 am.