El diccionario define la palabra motivar como la acción de proporcionar motivo o razón para que cierta cosa ocurra o para que alguien actúe de una manera determinada. Mucho se ha hablado de motivación en el campo laboral y la vida persona. De hecho es muy probable que estés cansado de ver frases de motivación rondando por las redes y los grupos de WhatsApp.
Pero, ¿cómo lograr mantener la motivación a lo largo del semestre en nuestros estudiantes? Y más que nada, de qué manera nosotros los profesores podemos continuar dando nuestras asignaturas con entusiasmo y energía cada día desde el inicio hasta el final del período. Empecemos por entender que la motivación es algo dinámico, lo que implica que habrán días dónde vamos a tener mucho ánimo para realizar ciertas tareas o actividades, pero habrán otros días en los que sólo queremos estar tirados en el sofá viendo Netflix.
Aquí la clave para seguir adelante, sobre todo en esos días donde las ganas están desaparecidas, es la persistencia. Ser persistentes y recordar en todo momento cuál es el objetivo y la meta que queremos alcanzar. Para un profesor será que sus estudiantes pasen con buenas otras, para otro será que aprendan, y quizás haya otro docente que lo que quiera es que sus estudiantes sean mejores personas hoy de lo que lo fueron ayer. En el caso de los estudiantes es muy probable que a la mayoría lo que les interese sea pasar la materia, y eso está bien, otros quizás de verdad tengan el deseo de aprender, y otros quieran ser mejores profesionales en el futuro.
No importa el objetivo que se tenga o la meta a alcanzar, lo importante aquí es que tener ese objetivo claro y no perderlo de vista. Desarrollar un buen plan de acción que te permita llegar a esa meta, evitar concentrar tus energías en cosas que nada tienen que ver con lo que deseas —si sufres de ansiedad esto es un poco más complicado, pero con la guía adecuada se puede resolver—, hacer lo que te toca en el momento incluso si es algo que te genera algún tipo de malestar; si te vas a quejar, hazlo, grita, patalea, llora… pero cuando logres desahogarte vuelve a tu centro y ponte en acción. Pero más que nada, disfruta del trayecto, del proceso y del camino que estas recorriendo para llegar a donde quieres.