El fin de semana siguiente pasó en tranquilidad, claro que 72 horas de intensas lluvias no eran como para salir a parte alguna. Así que básicamente me la pasé invernando. El sábado recibimos la visita de una dominicana del programa de becas del ministerio, con quien ya habíamos tenido contacto desde antes de llegar a Bilbao. El domingo algunos chicos del máster, denominándose a sí mismos como «los ruinas», vinieron a tratar de arreglar la cama de mi compañera que se había roto el viernes antes. Al final nos quedamos viendo el juego del Barça contra el Athletic (y que dolor sentí al saber que estaban a 5 paradas del metro).
El lunes la primera clase fue asistir a una rueda de prensa, por lo que el día empezó interesante, sin contar que ese día saldríamos a las 6 de la tarde (cosa que también sucedió el martes, así que para cuando llegó el miércoles estábamos muertos). Entrar a las 9:00 am entregar trabajos, salir a la 1:30 p.m, ir a cocinar, comer, fregar, reposar y mientras avanzar tareas, volver a las 3:30 p.m salir a las seis…seis y pico, llegar a casa, cocinar, cenar, hacer ejercicio si te toca, y sentarte a hacer tareas… esa fue la rutina de esa semana.
Luego vino el debate político. Las elecciones presidenciales eran el 20 de noviembre, y apenas la semana anterior había comenzado la campaña electoral (una maravilla). Y vienen los dos candidatos más propensos a ganar y se presentan en este debate nacional televisivo de aproximadamente dos horas. Otra maravilla. Y es cuando nuestros profesores nos dicen: vayan pensando donde estarán el 20N para cubrir la noticia. Genial. Pero claro, que no sólo había que pensar dónde estaríamos ese maravilloso domingo, si no que había que ver los actos de campaña, mitín, que si van a besar bebes, darle flores a las ancianas, etc.
Ese miércoles, aprovechando la tarde «libre», nos fuimos al Museo de Bellas Artes en su día de entrada gratis. Muy agradable todo, como diría mi profesor de Conflictos Internacionales. Luego de hacer tremenda fila, entramos muy tranquilos estos seis críticos de arte. La primera sala, muy interesante, una exposición de Antonio López con obras que al verlas desde lejos parecían fotografías de tan bien logradas. La segunda, bueno… algo aburrida. La tercera, súper interesante, pero al final nos sacaron del museo antes de terminar de verla. Entonces salimos a una plaza a tomar algo, cuanta paz, tranquilidad, buen clima, que lindo era todo.
Al siguiente día fuimos a un mitin. Qué diferencia. Para empezar, pusieron una especie de escenario a mitad de la plaza de Moyua al aire libre, con el título: I am Basque. Las cámaras eran la única señal que teníamos de que ahí había una actividad. Después surgió una especie de «pregunta-respuesta» entre seis jóvenes y el candidato. Con una música techno de fondo, presentación en pantalla grande, luces, equipos de sonido y claro, luego de 40 minutos de el tipo decir lo que hará si votan por él, vino una sesión de fotos con los jóvenes asistentes, una mesa de bocadillos, cerveza y agua, gratis.
Al final el político no dijo nada, no contestó nada, pero francamente la presentación fue buena, fue corta, y no fue el típico discurso político que tan mal me cae. Muchas son las diferencias entre este país y mi tierra, y claro las campañas políticas no podían ser la excepción. Al final, los políticos son todos iguales, no nos mintamos, pero la manera en que los partidos llevan a cabo la campaña definitivamente deja mucho que desear en mi pedazo de isla maravillosa.
La política es un arte, y confieso que también es una ciencia hermosa que me encanta. Pero son muchas las decepciones que provocan quienes la ejercen, claro que la historia de los pueblos no le ayuda. Así que personas como yo preferimos alejarnos del tema, pero seamos honestos son cosas intrínsecas de la humanidad, quizás no pertenezcamos a ningún partido, tal vez no hagamos campañas, pero al final todos somos políticos.