Mi semana comenzó en intensidad. Clases desde las nueve de la mañana hasta las dos treinta de la tarde. Preparar una entrevista en una hora, llegar al lugar, conversar con alguien que me dobla la edad sobre su experiencia de vida. Entender todo lo que puedes aprender de un desconocido. Tomar el metro, regresar a casa, preparar mi mochila, comer una manzana, volver a tomar el metro, hacer mis rutinas del gimnasio, regresar a casa a las 10 de la noche.
Un día bastante intenso, ¿no? Todo eso escuchando música en mi Ipod mientras trato de leer una novela de José Marías y respiro.
Cuando ya iba en mi último viaje de 20 minutos en el metro, me dediqué a cerrar los ojos. Escuché las canciones que una y otra vez he oído desde hace meses, porque no me daba la gana de actualizar la playlist y así me dejé llevar. Sin dormirme profundamente y lo suficientemente despierta para escuchar la vocecita de: Lotura Renfe Eta Tranvia Lequien acompañado del nombre de la estación a la que estábamos por llegar.
Y de repente, me di cuenta que el pasar cinco estaciones dura lo que dura una canción. Gente sale del vagón, suben las escaleras, pasan el ticket por las máquinas, se acercan a las escaleras mecánicas. Gente entra, mira si hay algún asiento vacío, se sienta o se queda de pie, conversa con el de al lado si va acompañado. Lee un libro o escucha música de su mp3, Ipod o celular si va solo, se apoya en una de las paredes, deja pasar a algún anciano y espera hasta llegar a su estación de destino para bajar.
Todo esto pasa al mismo tiempo en cinco paradas distintas, mientras una sola canción de aproximadamente cuatro minutos y medio transcurre. He escuchado aquello de que: ¿y cuál sería la banda sonora de tu vida? ¿Qué canción le pondrías de fondo a determinados momentos? ¿Cuál es la música que te acompaña cuando te sientes triste, alegre o simplemente deseas recordar?
Pero yo me pregunto, ¿y qué pasa si tu vida dura lo que transcurre una canción?
Sería emocionante ¿no? Puede tener alti-bajos, empezar con una melodía lenta de piano y terminar con un redoble de tambores, ser una salsa bien bailable, o una balada muy suave. Contener las letras de amor más románticas de la historia o la ira desparramada en tonos combinados en armonías. Puede ser una pieza única y sin voz, o la opera más magnífica de algún soprano. Durar apenas dos minutos, o hasta una hora, no digo yo piezas un poco más eternas. Puede ser un aviso de esperanza, o una sola tristeza. Si nuestras vidas duraran lo que dura una canción tendrían un inicio con melodía y un final con silencios, o viceversa… o ambas cosas.
Pero… ¿y si viviéramos la vida como una canción?