Como dije, realmente no me interesaba salir, en especial después de ver como una intensa neblina cubría la ciudad. Pero vamos, que como dice mi prima esto solo lo viviremos una vez. Así que luego de cenar, y esperar a que me dijeran para dónde íbamos, me alisté, aproveché la bola de mi pricuñado quien iba para el centro a trabajar, y esperé la siguiente llamada.
Con 16 centavos en el celular (los cuales ni me dan para dar un toque), sin internet de ningún tipo y sólo 20 euros en el bolsillo, salí dispuesta a bailar un buen rato en alguna discoteca de Madrid. Como dicen por ahí, conocer la vida nocturna de la ciudad, porque no todo es turistear.
El punto de encuentro era la Puerta del Sol, donde a esa hora solo se podían ver algunos que otros grupitos, un tipo haciendo un espectáculo con una pelota de fútbol, y par de gente bebiendo sentados en las fuentes. Yo forrada hasta la cabeza, por el frío que hacía. Después de 30 minutos me encontré al fin con el grupo, dos mexicanos, mi amiga y otro dominicano.
Pasamos por McDonalds para que los chicos comieran algo, y luego nos dirigimos a Joy, una discoteca bien famosa de la ciudad, donde había dos tragos (véase sendos vasos de alcohol) por 15 euros – más barato que en otros sitios- y las mujeres entraban gratis. Tras hacer la fila del lugar, y pasar por varios hombres de seguridad, confirmar que estábamos en la lista y entrar, cada uno se sirvió su primer trago (menos yo y uno de los mexicanos que todavía no sé porqué no toma…).
El lugar muy chévere, con una pista pasable, varios escalones donde pararse a bailar que sobresalían, una especie de tarima y el DJ poniendo música jevi. La primera hora fue muy apera, todo el mundo bailando, no había tanta gente, y la pasamos bien…hasta que comenzó a llenarse.
Llegó un momento en que faltaba el aire, y los roces de los tipos pasándonos cerca ya se estaban volviendo incómodos. Par de chicas estaban bien ajumadas -borrachas-, mientras que habían algunos tipos que buscaban ligar sea como sea. Una escena bien desagradable fue la que presencie, cuando un tipo obviamente bien fumado, manoseaba a una chica asiática y ella se le negaba, a tal punto que terminó saliendo de la pista de baile llorando. ¿Qué hizo el tipo? Siguió «bailando» pegándosele a otras mujeres tratando de conseguir algo. Para mi fortuna nos acompañaban tres hombres, que a pesar de no ser muy altos, por lo menos nos servían de guardaespaldas en uno que otro momento.
Cuando ya no cabía un mandado y la música comenzó a ser repetitiva y demasiado techno, de repente salieron unas «modelos/bailarinas». Quienes con trajes muy sexys empezaron a bailar en los puntos que sobresalían, dando todo un espectáculo (todo el que tenía celular con cámara lo grabó… si, hasta yo). Como ya habían pasado de las dos a.m, mi reloj decía: go home.
Así que salimos a tomar aire, y luego de buscar el último trago que les faltaba, recogí mi abrigo, y me acompañaron a tomar un taxi. Les puedo asegurar que baile suficiente, y aunque no tomé ni agua, no me hizo falta. Lo que sí me hizo falta era un grupo más cercano de personas, mis amigos, aquellos con quienes normalmente salgo las pocas veces que salgo de discoteca. Y aclaro, no la pase mal, de hecho fue la primera noche que salgo de fiesta en ese país y que realmente puedo decir que fue agradable.