Si les soy sincera, nunca me llamó la atención visitar el estado de Texas. La verdad fuera de las historias de vaqueros y la cultura particular de los tejanos, nunca me consideré muy fánatica. Sin embargo, siempre que tengo la oportunidad de visitar un lugar distinto y nuevo lo aprovecho.
Lo primero que tienen que saber sobre Texas es que es enorme, y en particular en Austin todo queda lejos. El sistema de transporte es un poco complejo, dado que a diferencia de otros lugares como New York no hay subway. Cada quien planea sus viajes según sus intereses, mi grupo en particular estaba llamado a comer los tradicionales BBQs y comida mexicana, ambas opciones propias de la zona. Durante nuestra estadía tuvimos la oportunidad de probar ambas, con la salvedad de que nos enfermamos del estómago y empezamos a caer uno por uno.
El primer día, al salir del aeropuerto llegamos a un restaurante mexicano llamado Beto’s Mexican Restaurant, donde el servicio fue muy bueno, la comida genial y sólo se escuchaba hablar en español. El lugar es pequeño pero acogedor y tiene todos los elementos típicos. Si buscar algo local, esa es tu opción.
Más tarde, y luego de habernos instalado en la casa donde nos hospedaron, salimos a conocer la ciudad. Primero dimos un paseo por el Lady Bird Park conocido coloquialmente como el Town Lake, es un parque que se ubica alrededor del río Colorado, donde las personas aprovechar para caminar, trotar y andar en bicicleta o en patinetas. Algo que noté es que así como en Amsterdam las personas se transportan en bicicletas, en Austin hay muchas personas en patinetas. Tras dar la vuelta por el parque y llegar a downtown, entramos a un lugar para probar el BBQ. Algunos no estaban muy seguros del sitio, dado que un buen lugar para comer carne suele estar cerrado a las 4 de la tarde, y ya eran pasadas las 6 de la tarde.
Luego de durar un buen rato en la fila, apartamos una mesa y nos sentamos a comer. Más tarde, fuimos a Mount Bonell, un parque con vista a la ciudad y a las casas de los más adinerados que residen a orillas del río del otro lado. Aquí los atardeceresson hermosos, pero nosotros llegamos unos minutos pasada la hora.
Al siguiente día rentamos un vehículo donde cabíamos todos (eramos seis personas más una niña), y luego de almorzar en un carrito de BBQ, Kerlin BBQ (muy recomendado), nos pusimos en camino hacia San Antonio.
San Antonio es una ciudad con historia. El Alamo es uno de los monumentos más emblematicos, dado que representa la batalla de la independencia de Texas (que por muchos años fue un Estado Independiente). La entrada es gratuita.
Cuando salimos de El Alamo, nos dirigimos a Riverwalk, un parque en el mismo centro de la ciudad, donde caminas alrededor de un río, y hay tiendas, bares, restaurantes, hoteles y otros. Tras dar la vuelta, que toma aproximadamente 45 minutos a pie, nos sentamos en un restaurante a tomar algo al lado del río.
Al siguiente día no hice mucho, dado que me enfermé del estomágo (¿recuerdas que antes te menciones que nos enfermamos?), pero si llegue a ir a un lugar que se llama Magnolia South Cafe, donde no pude comer, pero la comida se veía buena, y los cuadros en las paredes son dibujos que están a la venta.
Aunque nuestro paso por Texas fue corto y un poco maltratado (caímos uno a uno enfermos, la teoría es que algo del primer sitio de BBQ nos afectó a todos), este viaje fue interesante y familiar (estuvimos entre amigos cercanos), lo cual no siempre puede experimentar cuando viajo fuera de República Dominicana.
Claro, que quedamos en volver para poder ver las bolas de las camionetas, y vivir la verdadera experiencia tejana.