Cuando tenía 16 años me propuse que antes de morir debía ir al cono sur. De hecho mi viaje soñado siempre había sido hacer la ruta desde Brasil bajar por Uruguay, llegar a Argentina, cruzar la Patagonia, pasar por Chile y subir a Perú. O viceversa. Ciertamente es un viaje que cuesta dinero y tiempo, y que realmente no sé si logré realizar en algún momento de mi vida, sin embargo, hoy llegué a Brasil. El país de la samba, del carnaval, de la gente amable, de esos que te regalan un chocolate caliente cuando tratas de pagarles y no tienes el dinero en la moneda adecuada. Y no saben cómo agradecí el gesto, más después de haber tenido 24 horas de viaje.