El siguiente fin de semana fue, según mis palabras del momento, excelente. Una escapada perfecta ante una semana realmente estresante.
El viernes por la noche estuvimos todos en casa, tranquilos, viendo series, escuchando música, pasando notas, en fin, un viernes por la noche para descansar. El sábado fuimos a un mitin de un partido político en horas de la mañana, estuvo tan interesante que me dormí a mitad de uno de los discursos que dieron. De ahí perdí por primera vez el metro, ese instante en que estás a punto de entrar y se te cierra la puerta en frente. Así que en vez de seguir a la manada a Deusto, me regresé a casa.