Si te acuestas a las tres de la madrugada, luego de un día tan intenso como el anterior, no es de extrañar que quieras durar hasta el medio día en cama. Pero vamos, estábamos en Barcelona y cada minuto contaba. Así que tampoco sorprende mucho que un domingo a las 10 de la mañana ya estuviera despierta, aunque sin ganas de levantarme.