El siguiente fin de semana podría decir que fue muy diferente a cualquier otro finde en Bilbao. Comenzando porque la mayor parte del tiempo estuve fuera de la ciudad.
Luego de una semana sumida en la depresión, recibí el viernes con la noticia de que estaría sola en casa durante dos noches y tres días seguidos. La idea que por un lado me agradó, por otro no parecía muy agradable. Sin embargo, no era la única del grupo que se quedaría en Bilbo. Aunque las elecciones estaban a la vuelta de la esquina y muchos volaron a sus pueblos a votar, habíamos unos cuantos gatos que nada teníamos que hacer.