Aprender otro idioma, incluso si se trata del portugués que tiene la misma base lingüística del español, representa grandes retos. No sólo porque después de cierta etapa de tu vida es mucho más difícil asociar sonidos, expresiones y palabras para darles sentido y poder comunicarte, sino también por el esfuerzo que representa no pensar en tu idioma nativo o en otro idioma que ya sabes y cuya base es totalmente distinta. Mis conversaciones en Brasil han sido regidas por el inglés, un idioma que aprendí a dominar hace seis años, cuando me animé a leer en esa lengua. A este le sigue el ‘portuñon’, una mezcla de español con portugués, donde si hablas despacio puedo llegar a entender lo que dices según el contexto, y viceversa. Así es, de hecho como me he comunicado con mis compañeros de trabajo.