Por una parte no podía creer que finalmente mis vacaciones habían llegado, y por otra sentía que el tiempo se había detenido y me gustaba esa sensación. Quería que se mantuviera así… lento. Nos alistamos y subimos al comedor para el desayuno: confle con leche, bagels y té. Yo con mi dieta de no harina y no azúcar, me conformé con el primero. Había muchas personas de distintas partes, un grupo de chilenos, unos europeos, una familia que no reconocí de qué parte eran, y así. Todos iban, se servían, esperaban a que el otro terminara con la tostadora, y se sentaban de los más tranquilos. Algunos hablaban entre ellos, yo sólo los observaba mientras me terminaba mi cereal.