La llegada a la Costa Este, fue tranquila y sin tropiezos. Sin contar el hecho de haber perdido mi Kindle en el tren, el vuelo de Chicago a New York estuvo tranquilo y sin contratiempos. La ciudad se veía totalmente iluminada desde el cielo, y transcurrió tranquilo (o al menos eso recuerdo). Llegué a la Gran Manzana por La Guardia, era la primera vez viajaba a través de ese aeropuerto, y aunque salí rápido (incluso mi maleta había llegado mucho antes que yo al parecer), como estaba en reconstrucción habían muchas salidas inhabilitadas, y tuve que durar un buen rato esperando el Uber.
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The Southwest Chief
Nuestras últimas horas en Los Ángeles, pasaron sin pena ni gloria. Entregamos la habitación a las 11 como estaba estipulado, y tomamos un Uber para comer en In&Out, la cadena de hamburguesas del west coast. Nada muy allá la verdad. Mucho más barata que otras, pero con menos calidad. De aquí nos dirigimos al Union Station, yo esperaría hasta las seis de la tarde para tomar el tren y Juan tomaría el Uber para el aeropuerto.
Desde el Farmer Market a Santa Mónica
Era sábado, y el último día de nuestra aventura juntos. Así que había que aprovechar el tiempo y armar bien la ruta. Pero, ya teníamos ocho días de andanzas, y de las cosas que quedaban que nos interesaban y podíamos ver, no había por qué levantarse demasiado temprano. Claro, todavía me queda pendiente ir a Universal Studios al parque temático de Harry Potter, que me estuvo siguiendo en todas las calles (en vallas y anuncios publicitarios).
Pateando Hollywood
Dentro de las tantas diferencias que tiene la ciudad de Los Ángeles con otras ciudades de Estados Unidos está su clima. A diferencia de San Francisco, por ejemplo, que es una ciudad que se encuentra en el mismo estado y está a una hora en avión, L.A se la pasa soleado y con temperaturas por encima de los 22 grados. Así que cuando nos preparamos para salir al día siguiente de llegar, me puse unos shorts y blusa fresca. Atracamos la mesita del pasillo donde tenían café y donas, y con cámaras en mano y agua en las mochilas salimos a patear Hollywood.
El tapón en el westcoast
Como el autobús salía a las 11 a.m y teníamos que buscar un lugar donde desayunar, tratamos de no levantarnos muy tarde. Recogimos todo, arreglamos la casa, tratando de dejarla lo más parecida a como la encontramos, le dejamos una nota a nuestra anfitriona en un cuaderno de invitados, y luego de buscar en Google lugares donde desayunar, salimos con maletas en mano.