El siguiente fin de semana fue, según mis palabras del momento, excelente. Una escapada perfecta ante una semana realmente estresante.
El viernes por la noche estuvimos todos en casa, tranquilos, viendo series, escuchando música, pasando notas, en fin, un viernes por la noche para descansar. El sábado fuimos a un mitin de un partido político en horas de la mañana, estuvo tan interesante que me dormí a mitad de uno de los discursos que dieron. De ahí perdí por primera vez el metro, ese instante en que estás a punto de entrar y se te cierra la puerta en frente. Así que en vez de seguir a la manada a Deusto, me regresé a casa.
En horas de la tarde nos invitaron al cine, y aunque la idea de ir a ver una película traducida al castellano no era muy agradable, pensé, hay que vivir la experiencia. Así que salimos en dirección a la plaza, con un número de alguien a quien no conocíamos, dado que nuestra amiga Wendolyn (quien nos había invitado) no tenía teléfono.
Resultaron ser dos chicos latinoamericanos, provenientes de Venezuela y El Salvador, y la salida se convirtió en un agradable paseo entre latinos. Al llegar al centro comercial, decidimos ver «Las aventuras de Tin Tin» en 3D, y probar que tal era el 3D aquí. Y claro, fue awesome. Muy buenos efectos especiales, buena animación, entretenida, una historia para niños, así que un poco predecible, pero buena para pasar un buen rato. Claro que para lo que cuesta la entrada preferiría no tener que volver al cine (y eso que la sala estaba llena), pero al menos vi un buen 3D, además de que tengo mis propios lentes.
Después de la película seguimos la tradición de comer fast food, so, McDonalds era la opción. Al cenar y haber charlado un buen rato, salimos entonces a dar un paseo en busca de alguna «caña» para que los muchachos tomaran. Tomando el camino más largo pero bonito, terminamos recorriendo gran parte del centro de Bilbao hasta llegar a Casco Viejo. Donde el gentio, como siempre, estaba abarrotando las calles, luego de dos tragos, una buena charla y una larga caminata nos fuimos a nuestros hogares.
Al otro día, nos levantamos tardísimo, y la cita era en Santurzi a las 4:00 pm para un recorrido por el muelle tomando fotos. Claro que llegamos mucho más tarde de las 4:00 pm y para el colmo nos perdimos. Pero luego de ser recibidas en una acogedora casa -super organizada, decorada muy femeninamente aunque pequeña-, tomamos un capuccino y entonces salimos a caminar y a tomar varias fotos.
El camino por el muelle se describe con varias palabras que me llegan a la mente: romántico, hermoso, tranquilo, pacífico, agradable. Aún estando oscuro a las 6 de la tarde caminábamos entre suspiros, admirando el paisaje, tomando fotos y hablando de las correspondientes parejas a las cuales se les extrañaba. Ancianos, niños, familias, jóvenes parejas y pescadores caminaban de un lado a otro por el muelle entre charlas y risas.
Un pequeño pleito se armó con un pescador, que terminó en nada, gracias a la intervención de quienes pasaban por el lugar y lograron separar a los dos hombres que se mataban a golpes. Luego de esto, el paseo no pudo ser más agradable.
Tomando el puente movible que cruza de un lado a otro en el Puente Colgante de Portugalete, seguimos el paseo, comiéndonos un helado y sentándonos en un parque a la orilla del mar.
En resumen fue un buen fin de semana, todavía faltaba por ver como nos recibía la siguiente semana de clases. Tenía la inspiración a tope, entre la compañía y la vista que me ofrecen este pedazo de tierra había sabido aminorar un poco las depresiones y nostalgia que me provocaban esas fechas lejos de casa. Cada día me entusiasmaba más el aprender y conocer cosas nuevas.