3 de abril, 2012.
Luego de una primera entrada agotada y con maletas, es mucho lo que cambia la percepción de una ciudad cuando has descansado y dormido. Hoy estuvimos de turistas, sin caminar demasiado, tomando cuatro medios de transporte distintos, pagando en algunos sitios, pero al final conociendo mucho.
Claro que cuando inicias el trayecto sin conocer muy bien hacia donde queda qué, pues te asustar si tienes que tomar el metro lejos de lo que parece ser la civilización. Nada que no se pueda resolver preguntando y con ayuda de un buen mapa. En el metro la duda era como obtener los tickets, y cuál nos convenía más. Al final, no le encuentro demasiado sentido si para validarlo hay que pasarlo por una máquina sin barrera, sigo sin entender el sistema de aquí. Aunque los trenes son muy modernos y bonitos, y las estaciones están bien cuidadas. Me encanta que pongan música de fondo.
Llegamos entonces a nuestro destino, Sao Bento, y al preguntar en un puesto de información turística nos fuimos a la cátedral que estaba ahí cerquita. En el camino nos convencieron para tomar el «trensito» que te da la vuelta por los puntos más importantes de la ciudad. Desayunamos a las 12 del medio día en una cafetería donde Tray encontró un pretendiente de unos 5 años de edad, y caminamos por el funicular, que nos dejaba justo a los pies del puente. Cruzamos y de Porto pasamos a Vila de Gaia (o algo así), una zona muy turística no solo por las gondolas, sino tambien por las bodegas de vino donde haces una visita guiada y hay degustación gratis.
Nos encontramos con muchos turístas españoles, por lo que en cuanto a idioma, no estabamos solas. Al salir de los vinos nos montamos en el teleférico. Tuve que venir a Portugal para montarme en uno teniendo el de Puerto Plata al lado. Toda emocionada, nuestro camino duró aproximadamente 6 minutos de un extremo al otro. Para cuando eran las cinco de la tarde no sabíamos que más ver. Pero todavía en mi lista quedaba algo muy importante: Livraria Lello. Así que llegamos a ese lugar mágico, donde resulta que grabaron muchas de las escenas de la Libreria Flourish and Blotts de Harry Potter. Muchos entenderan la emoción que sentía cuando entre ahí, fue como ver las escenas de la película de nuevo y el olor me recordaba a los libros que me acompañaron en toda la adolescencia. Lo único que no nos dejaron tomar fotos. Aunque claro, no pude evitarlo.
Al salir nos fuimos a comer, y luego de sentarnos en el sitio que teníamos seteado, nos dijeron que la cocina había cerrado. Caminamos más adelante donde encontramos otro lugar, que no estaba nada mal. Además de que los meseros eran bien atentos y apuestos, y como nos sentamos en una segunda planta, nos tiramos toda una novela de amor entre una pareja que por ahí estaba. Comí una francecinha, un plato típico del lugar que es pan, con salchicha, carne, huevo, queso y salsa, una combinación extraña pero no sabía mal.
Luego caminando por el mundo llegamos de nuevo a Praça da Cordoaria, donde nos tiramos unas fotos muy divertidas ya entrada la noche. Recordando el camino tenebroso del metro hacia el hostal, decidimos regresar. Un buen día el de hoy, menos cansada, super emocionada con mi experiencia porteana, y con mucho ánimo para el día de mañana donde trataremos de descubrir más cosas de Porto.