15 de octubre 2011.
El sábado antes de mudarnos fue un día realmente tranquilo. Luego de levantarnos tardísimo, impedir que la muchacha de limpieza pudiera entrar a limpiar el cuarto dos veces, darnos un buen baño de pies a cabeza, y recoger un poco la habitación, salimos a comer y a pasear por ahí. Tras haber caminado un rato terminamos en Pans (un lugar donde venden sandwishes y ensaladas).
Aquí duramos un rato entre comiendo y viendo las noticias acerca de la marcha de los indignados alrededor del mundo. Al terminar, salimos y caminamos un poco. Fuimos al Hippy Market, compramos una bufanda, y seguimos caminando hasta llegar a la siguiente zona, donde entramos a una especie de mall y nos pasamos de window shopping, viendo ropas, botas, y accesorios, pero sin comprar nada.
Nos encontramos con una maquinita de fotos, pero al final solo nos robó las monedas y no nos tomó las fotos. Seguimos entonces la ruta hasta llegar a un parque donde el otoño podía sentirse en su máxima expresión. Sentadas en un banco de madera con un clima muy agradable, el sol en su máximo esplendor, sin frío pero fresco y una tranquilidad increíble… Las personas paseando, los niños jugando, los ancianos sentados mirando a todos pasar…pero sobre todo el verdor de los árboles, el marrón de las hojas caídas, realmente impresionante.
No es mucho lo que hay que contar de ese día, básicamente nos la pasamos relajadas, descansando de esa dura primera semana de adaptación. Ya el domingo siguiente nos tocaba mudanza, y entonces sería cuando quizás -pensaba- sienta que ya no soy una turista. Lo único que me preocupaba es que por un tiempo indefinido no tendríamos Internet en el piso donde estaríamos, y créanme cuando les digo que necesito mantenerme conectada lo más que pueda.
De todos modos, -me decía a mí misma- intentaré mantenerlos al tanto de todo lo que ocurra en esta primera semana de clases. Cuando a partir del lunes iniciaría el verdadero reto de este viaje.