A la Dahi de 16 años que lo soñó y ahora lo ve realidad.
Esta es la dedicatoria que coloqué al principio del libro que acabo de publicar. Sí, ya soy una autora publicada, y sí ya estoy generando ventas por un libro que escribí hace dieciséis años. Ha sido un proceso largo, más de lo que quisiera si tomamos en consideración que apenas tiene 106 páginas. ¿O sea que te tomó la mitad de lo que tienes de vida para publicar tu libro? Más o menos.
Cuando era una adolescente tenía muchos cuadernos llenos de historias. Cuentos, fantasías, personajes que me inventaba. Así escribí la historia de una adolescente que podía ver fantasmas, de una joven que murió en un accidente y se convirtió en uno, de un vampiro con un nombre angelical. No recuerdo haber enseñado las primeras, pero la última es la historia que esta semana finalmente vio la luz. En la universidad llegué a imprimirla y enseñarla a algunos amigos. Recuerdo que en mi primer año de la universidad vivía en casa de una señora con su hija de once años, y pasamos varias noches yo contándole la historia de Fey antes de dormir. Incluso por una temporada empecé a publicar los capítulos en un blog que tenía, porque ¿yo a publicar esa historia? ¿cómo? ¿con qué dinero? ¿qué editorial me iba a publicar una historia contada por una niña de 16 años?.
El tiempo pasó. La historia se archivó, y entre viajes, trabajos y la vida misma, cada cierto tiempo volvía a ella. La releía, cambiaba algunas cosas, y se volvía archivar. Así fue hasta el 2018, cuando al cumplir mis treinta años decidí que ya era hora de sacar a la luz una historia. Me gané un premio por un cuento que escribí, y eso me llevó a reencontrarme con un antiguo asesor y jefe con quien había trabajado en mis días de universidad. Me dijo:
“estamos buscando jóvenes escritores con talento como el tuyo, con historias qué contar, ¿tienes algo que me puedas enviar?”.
Me quedé, no. Tengo que crearlo. Y así duré algunas semanas pensando en los cuentos que había redactado, y en qué historias podía enviarle. Hasta un día que al comentarlo con una amiga, me dice: ¿Y por qué no le mandas la historia de los vampiros? ¡Nah! Contesté. Pero luego la frase de “no pierdes nada” resonó y me dije: nada, vamos a ver. Resultó que le encantó, pero había que trabajarla: guiones, palabras, frases, era mucho lo que tenía que modificar, pero estaba dispuesta a hacerlo porque quería publicar. Era la primera vez que alguien lo leía con la fe de que saliera a la luz.
Luego de algunos meses, ese proceso no se dio. La editorial para la que trabajaba no estaba dispuesta a publicar por el tema que trata: vampiros, muertes, etc. Así que empecé el proceso de los concursos. La envié a dos concursos distintos, uno después del otro, y al no pasar en ninguno de los dos me dije: ya es hora de sacar esto sí o sí. En todo este proceso pasó más de un año.
Descubro que Amazon tiene un programa donde los autores pueden publicar sus libros, y me dije: ¡Ahora sí! Volví a entregársela a un tercero para que revisara la corrección de estilo y edición. Un proceso que disfruté y fue muy divertido, no sé si porque lo llevé a cabo con una amiga que me conoce y sabe del tema, o porque era algo que quería hacer, o ambas. Cuando terminamos, le escribí a un amigo que estudió diseño y sabe del tema, que se había ofrecido a realizar la portada para enviarle el manuscrito y que le diera pa’ya como dicen los dominicanos. Estuve consultando con distintas personas y haciendo mis investigaciones de cómo publicar, qué necesitaba, cuánto me costaría, y qué beneficios obtendría, etc.
El 22 de junio le entregué el texto a mi amigo. Desde esa fecha estuve escribiéndole todas las semanas para saber cómo iba. Tampoco quería presionarlo porque era un favor que me hacía, pero quería publicar en julio. Sin embargo, el mes pasó y aún no tenía nada. “Las fotos que tengo no me convencen”, me dijo cuando envió la primera muestra. Al siguiente día, me envió otras dos y al final elegimos una. El domingo 9 de agosto me envió un correo con todo: el manuscrito diagramado y la portada.
Esa tarde me senté a revisar todo, y a agregar tanto el texto de la contraportada, como el índice y otros detalles que no había tenido en cuenta en la versión anterior. Una vez listo, entré a mi cuenta de Kindle Direct Publishing, que ya tenía desde enero creada, y comencé con a llenar los formularios y agregar la información que me pedía. A las 8 de la noche le envié un pantallazo a mi editoria, mi amigo diseñador, mi novio y mejor amiga como prueba de que me había tirado a la piscina, pero no sabía si tenía agua o no. Me enviaron un correo diciendo que en 72 horas estarían disponibles tanto la versión física como digital del libro. Al otro día desperté con otro correo en mi bandeja de entrada que decía que ya estaba disponible en la página. Era oficial: me convertí en una autora publicada. Al fin, El Inicio salió a la luz, y estos días han sido de tantas emociones juntas que todavía estoy en trance.
Muchas personas empezaron a escribirme y felicitarme por el lanzamiento, personas que tenía años sin ver o hablar, personas que ni siquiera me habían felicitado en mi cumpleaños, personas que se notaban genuinamente felices por el paso que había dado. De verdad, nunca imaginé una reacción así. Peor fue cuando al día siguiente vi que mi libro era el Número 1 como Nuevo Lanzamiento dentro de su categoría. ¡El Número Uno Nuevo Lanzamiento!
Ahora solo queda esperar a que las personas lo lean y les guste, que dejen sus comentarios e impresiones y que se siga vendiendo. Luego de ahí ya veremos qué sucede. ¿Moraleja? No importa cuánto tiempo pase, los sueños se cumplen.