25 de mayo, 2012.
Bilbao no es una ciudad donde la bandera de rojo y el verde se entrelazan para definir patriotismo vasco. Es una ciudad que se viste de rojo pero con blanco. Niños, ancianos, mayores, jóvenes, adultos, los perros, los coches de los bebés, los bebés… Nunca se ven tantas banderas colgadas de las ventanas de las casas como cuando el Athletic tiene un partido.
En España en general, el fútbol se vive como se viviría el beisbol en Rep. Dom, o quizás un poco más. Pero como los bilbaínos siguen a su equipo no existen dos. El Athletic aquí no es sólo el equipo local, tampoco es que sólo esté conformado por jóvenes que nacieron y se criaron aquí. Es mucho más que eso. Incluso más que una religión.
Tras un partido, cuando los jugadores han tenido un pésimo desempeño, es increíble ver como la gente llora y aunque estén llorando siguen animando a su equipo al famoso grito: ¡Aupa Athletic!. Ni los del Real Madrid, ni los de Valencia ni los del Malaga, ninguno se puede comparar al amor que siente esta gente hacia esos colores rojiblancos. Esos que tanto dan de comer a los comercios en días de partido, y tantas páginas da a los periódicos (sino pregunten a los que hacen Gaur lo que pasa con deportes cuando no hay nada del Athletic).
Bilbao es una ciudad que está dividida por muchas cosas, por ideologías políticas, por cuestiones culturales e idiomaticas, por una historia muy antigüa. Pero si existe algo que los une a todos es el Athletic. Incluso aquellos extranjeros que llegaron ayer, ya hoy tienen el corazón dividido entre el equipo al que han seguido toda la vida, y los leones.
Y vamos, no es que sean la octava maravilla del desierto, pero es una tradición que se hereda de padre a hijo, un sentimiento -como ellos mismos lo describen- que llevan muy adentro desde que son pequeños. Y es que la afición del Athletic es la mejor afición del mundo. Están en las buenas y en las malas, celebran cada gol y lloran cada pérdida, se enojan en las faltas y si pierden siguen animando tanto o más como si hubieran ganado. Así son los bilbaínos.