4 de abril, 2012.
Porto en un día de primavera totalmente soleado es maravilloso. Hoy decidimos salir en shorts y aguantar el frío que viniera, claro que con las leggins en nuestros bultos. Decididas a disfrutar del soleado día, nos fuimos a la playa. No sin antes pasar por una tienda de chinos para abastecernos de comida, el único inconveniente fue que en la tienda de chinos sólo vendían comida china.
Terminamos en una cafetería donde un señor muy amable nos atendió. Tomamos nuestro bus y llegamos a la añorada costa de arena y mar. Un fuerte viento congelado nos recibió con un hermoso sol que nos mantuvo el ánimo. Luego de varias fotos y probar el agua congelada del atlántico norte – literalmente entrabas los pies y a los 30 segundos te estabas congelando-, nos sentamos a escuchar música del celular de Tray, a admirar el paisaje y hablar de todo un poco, mientras un grupo de algunos 20 muchachos, calculo que entre edades de 15 y 20 años, jugaban al futbol en arena.
En un momento que el viento nos tenía congelandonos, decidimos pararnos y bailar al son de la música del dispositivo. Claro que los surfistas que salían del agua, los niños que estaban en la escuela de surfs, los muchachos que jugaban futbol y todo el que pasaba se quedaba viendonos como locas, pero who cares?
Luego de cansarnos, volvimos a sentarnos y más tarde empezamos a caminar siendo empujadas por el viento que movía la arena hasta nuestros oidos. Caminamos y llegamos a una especie de fortaleza donde había que pagar 50 centavos para entrar. Al salir terminamos en Sea Life, un acuario con enseñanzas de la vida marina muy divertido. Estuvimos largo rato recorriendo el lugar, tomando fotos a los peces y viendo a los tiburones comerse los peces más pequeños. Tray casi llora cuando dijo: «¡Ay, que pecesito más bonito! y de repente vino un tiburon y se lo tragó.
Al salir esperamos para tomar el siguiente autobus que nos llevaría a la Ribeira, cerca del metro. Aquí nos encontramos con un grupo de españoles que tambien están de vacaciones con quienes nos encontramos a cada rato desde ayer. Ellos tomaron el autobus del tour local, que dichosos. Nosotras tomamos el otro que es mucho más barato. Estabamos bien sentadas, hasta que en algunas paradas más adelante, entraron unas ancianitas y por buena gente nos paramos para que ellas se sentaran. Terminamos quedando justo en el pasillo.
Poco a poco se fue llenando, tanto que todo el que nos pasaba por el lado nos empujaba. Hubo un momento en que unos muchachos – para mi alemanes o holandeses por el idioma en el que hablaban- entraron al bus, colocandose uno en un lado y otro al siguiente extremo. Estuvieron todo el rato riendose y hablando en su idioma extraño. De repente un señor ya mayor comenzó a discutir. No entendía bien qué pasaba hasta unas horas más tarde.
Cuando nos bajamos del bus caminamos por la Ribeira, un punto muy turístico de Porto, donde hay restaurantes super baratos a la orilla del puerto, artístas que tocan en vivo, y una imagen hermosa del rio. La tarde se perfilaba fantástica. Luego de decidirnos por uno de los puestos de comida, nos sentamos a comer a eso de las cinco de la tarde.
Aquí nos dimos cuenta del robo. Faltaba el celular/vida de Tray. Al buscarlo en todos los bolsillos, todas las carteras y todas las chaquetas llegamos a la conclusión de que había sido robado. Uniendo piezas nos dimos cuenta que habían sido los chicos del bus. El señor que peleaba había dicho dos palabras claves: «ladrones» y «carteristas». Realmente nunca me di cuenta.
Terminamos de comer con un mal sabor en la boca, por la situación, porque la comida estaba muy buena. Y a pesar del hermoso atardecer que nos esperaba decidimos regresar al hostal. Pero como siempre me pasa, justo antes de tomar el metro, me estaba haciendo pis. Y como mi vejiga no pudo aguantar tuve que salir corriendo detrás de alguien de seguridad para que me abriera la puerta del baño. Resuelta la diligencia regresamos al hostal. Pasamos por una tienda donde una señora muy amable nos atendió. Y ahora, bañadas y cenando galletas chinas, nos preparamos para nuestro viaje de mañana.
Portugal es un hermoso país para visitar. Me llevo bellos recuerdos, hermosas fotos y una grata experiencia, a pesar de las dificultades encontradas y los problemas en el camino.
1 comentario en «El sol, la playa y el robo»
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