La educación a distancia en tiempos de covid es un tema que se ha comentado en distintas páginas web, blogs y programas de televisión y radio. A estas alturas no es secreto para nadie la incertidumbre que está viviendo el mundo, y cómo hemos tenido que adaptarnos a las circunstancias, queramos o no.
Lo que al principio se perfilaba como una situación temporal de algunas semanas o par de meses, se ha convertido en algo sin fecha de caducidad. Ciudades que estuvieron muy mal, y luego empezaron a recuperarse, han tenido un retroceso y volvieron a encerrarse. En República Dominicana, cuando ya estábamos en la FASE 3, con gimnasios abiertos, hoteles recibiendo turistas, y los aeropuertos abiertos, el número de infectados aumentó tanto que el gobierno volvió a solicitar 45 días de Estado de Emergencia, regresando el toque de queda y algunas otras restricciones.
El comprar a distancia ya no es una moda, sino la norma. Ver a la familia y a los amigos es mucho más complejo, si no viven en el mismo techo, y hacer ejercicios en casa o salir a caminar al parqueo es lo que nos queda para mantener la actividad física. El mundo está a distancia. Las reuniones se hacen por Zoom, Teams, Google Meets o Whatsapp. Las clases se trasladaron a las computadoras, y al menos que el profesor exija que el alumno coloque su cámara, es probable que pase el semestre sin saber a quién es que le está impartiendo la materia: puede ver una foto, o escuchar su voz en algunas prácticas, pero no sabrá a ciencia cierta con quien está hablando.
Las parejas que viven separadas ven las series a través de Netflix Party. Aunque residan en la misma ciudad o a solo par de calles, llevan una relación a distancia como si vivieran en distintos países.
El mundo está a distancia, y no sabemos cuándo volvamos a reunirnos o si alguna vez podremos volver frente a frente a algunas personas. Sobretodo esos amigos y familiares que viven lejos. El mundo está a distancia, y aunque la ansiedad, la depresión y el estrés por saber qué sucederá nos arropa —saber cuándo volveremos a nuestra vida como la conocíamos, si volveremos a trabajar o si mantendremos los ingresos de nuestra labor, en qué momento nos vamos a graduar o si podremos continuar la carrera como estamos… todas esas dudas y muchas más— es un momento ideal para estar con nosotros mismo, reencontrarnos, tratar de volver a vernos desde adentro y sobretodo recordar respirar.
Esta pausa en la que nos hemos forzados ha sido ideal para replantearnos nuestras prioridades, lo que queremos en la vida y cómo nos gustaría ser o vivir. Tengo estudiantes que están pasando por momentos muy difíciles, estrés, ansiedad, algunos han sido “coronados” en sus casas o familiares muy cercanos. He visto cómo personas que antes entregaban todo a tiempo, ahora pasan semanas sin ver una práctica, porque no tienen motivación, porque entre el trabajo, la vida en encierro y las clases los tienen agobiados. Estudiantes que están arribando a un semestre que suele ser divertido y emocionante, pero que no podrán experimentar porque la virtualidad no está preparada para llevar a cabo esas materias.
El mundo está a distancia y se cae a pedazos, pero dentro del caos siempre hay un lugar, un instante de paz, armonía, de reflexión. Siempre y cuando estemos conscientes de que no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista, y sobretodo, que recordemos que todo pasa, todo va a estar bien. Aun sigamos a distancia.