Aprender otro idioma, incluso si se trata del portugués que tiene la misma base lingüística del español, representa grandes retos. No sólo porque después de cierta etapa de tu vida es mucho más difícil asociar sonidos, expresiones y palabras para darles sentido y poder comunicarte, sino también por el esfuerzo que representa no pensar en tu idioma nativo o en otro idioma que ya sabes y cuya base es totalmente distinta. Mis conversaciones en Brasil han sido regidas por el inglés, un idioma que aprendí a dominar hace seis años, cuando me animé a leer en esa lengua. A este le sigue el ‘portuñon’, una mezcla de español con portugués, donde si hablas despacio puedo llegar a entender lo que dices según el contexto, y viceversa. Así es, de hecho como me he comunicado con mis compañeros de trabajo.
Oi, eu sou Dahiana, eu sou dominicana, eu tenho 27 anos. Agora estou trabalhando no Lar de Betânia, uma associação dedicada para atenção de idosos em Sao Jose do Rio Preto, Brasil.
Claro que, en algunas ocasiones hago uso del poco portugués que he ido aprendiendo en estas semanas: los verbos regulares, algunas expresiones comunes, entender que cuando hablan con una palabra empezada en R la pronuncian como una J, y así. Realmente dos horas de clase a la semana no son suficientes para aprender un nuevo idioma, pero estar inmersa en una tierra donde sólo lo escuchas te ayuda bastante.
Suele suceder que, como manejo algunas expresiones básicas pero la gente asume que solo sé español e inglés, cuando hablan puedo llegar a entender a qué se refieren. Y es divertido que a veces digan algo, y asuman que no entendí. Claro, en ocasiones realmente no entiendo absolutamente nada, en especial si en una misma oración utilizan palabras que no están dentro de mi vocabulario. Al menos lo poco que sé me ha servido contestar preguntas sencillas de extraños que encuentro en la calle, por ejemplo: «Este bus va hacia Ave. Munia?» Y puedo decir, si, no o no sé.
El portugués, para el hispanohablante, es una lengua fácil de aprender, y aunque muchas personas fuera de Brasil están interesados en tomar clases para poder hablarla, a los brasileños pareciera no interesarles mucho saber español. Lo cual es curioso, tomando en cuenta que están rodeados del castellano. Pero esto tiene mucho que ver con el hecho de que en pueblos y ciudades no turísticos -Rio de Janeiro, Salvador de Bahía, Sao Paulo-, es muy raro ver a un extranjero.
Lo más complicado es cuando, según la región, pronuncian una letra con un sonido totalmente distinto, como sucede con la R, la D y la T. Para escribirlo, además, es un poco más complejo porque encima de tener un tiempo verbal más que en el español, tienen una serie de acentos a los que el francés le queda corto. Sin embargo, gracias a la asociación de ideas, con el tiempo comprendes que todas las palabras terminadas en ção son equitativas a ción. Y que hay muchos sonidos nasales… muchos.
Algo que me ha ocurrido al convivir en otro país, con un idioma tan distinto a lo conozco, es que mi cerebro, aún sin perder su español nativo, prefiere transmitirme las ideas en inglés, por lo que termino pronunciando frases como: «hey, you have to press the button» en vez de decir: «tienes que presionar el botón». Cuando para ellos es mucho más fácil entenderme si hablo en español, en especial con las personas mayores. Es como si mi cabeza asumiera automáticamente que al estar en otro país la mejor manera de comunicarme, sin conocer el idioma nativo, es hablando en inglés. Así que si, literalmente mi cerebro tiene un sanconcho con mangú idiomatico, donde al llegar a un sitio o saludar digo frases como: Oi, tudo bom? E vocé? ó Tchau, até manha. Pero la conversación continua en un: «yes, I was there, it was so funny, do you have to do it sometime», ó – «si, claro, ok veremos qué tal».
Aunque muchas veces tienes que tener mucho cuidado en cómo te comunicas, sobretodo con las expresiones corporales, en el fondo la Torre de Babel solo ha servido para colocar ciertas barreras que la globalización actual y el internet, están destruyendo. Te das cuenta de que aún cuando no hables el mismo idioma, las personas igual se alegran porque Leonardo DiCaprio por fin ganó un Oscar -creando incluso más memes que antes, y gritando frente a la pantalla del televisor con alegría-, o sienten la misma impotencia y rabia cuando dos jóvenes son asesinadas en Ecuador. Creando las mismas reacciones y mismos hashtags con el mismo sentido que en español como: #YoViajoSola #QueroViajarSozinhaSemMedo #NãoQueroFlores.
Si, las diferencias idiomáticas son muchas y crean una gran diferencia entre pueblos y culturas, pero al final idioma humano siempre predomina, lo demás sólo son herramientas que nos ayudan a comunicarnos mejor.
1 comentario en «Diferencias idiomáticas»
Que buena, me gusta.