Mi última semana en Brasil pasó tranquila, con un poco de ansiedad sobre algunas cosas, pero en general sin muchos apuros. Como suele ocurrir cuando se acerca el momento de viajar de nuevo.
El miércoles estuvimos celebrando otro cumpleaños, me da la sensación de que vine a celebrar aniversarios, y luego de comer mucho, fuimos a un bar donde los miércoles tienen una especie de karaoke, pero más bien es como a un micrófono abierto. Hay una persona con una guitarra, pides una canción y cantas mientras él te acompaña. Claro que lo hicimos con la letra de la canción en los celulares, y sin el más mínimo sentido del tono, pero fue bastante divertido recibir mi cumpleaños con un grupo de extraños cantando canciones en inglés. Si, acababa de salir de la celebración de uno para recibir otro.
El jueves estuvimos trabajando con los preparativos finales del bazar en Lar, así que salí un poco más tarde de lo acostumbrado. Lo interesante de este día, a parte de cumplir 28 años, fue que mi TN, Gabriel me puso una reunion a las 5:00 pm en Açai de Praia, un restaurant/heladería donde venden açai al lado del parque de la Represa. Claro, que me la llevé al instante, ¿por qué me pones una reunión hoy, cuando tuvimos la última hace unos días? ¿Por qué en ese lugar que está tan lejos de la Asociación y por qué a esa hora cuando salgo normalmente a las 3:00 pm?
Y como sospeché, no era más que una sorpresa por parte del equipo de AIESEC, tanto como despedida (ya que me tocaba irme en dos días) como por mi cumpleaños. Después de comer mi ultimo açai en Rio Preto, fuimos a jartarnos de pizza a un rodizzio. Para los que no sepan, en Brasil existen estos lugares donde pagas una suma X por todo lo que puedas comer de deteminada cosa. Hay rodizzios de carne (los más communes), de pizza y de cerveza. La idea es probar varios sabores, por así decirlo, por ejemplo yo comi pedazos de pizza de broccoli con bacon, de 4 quesos, de carne, de pollo, de chocolate… si, pizza de chocolate, brigadeiro y otra cosa que no recuerdo, es como el postre. Hay un mozo que pasa con una bandeja y amablemente te explica qué tipos de pedazo tiene y si quieres, te sirve y a los 3-4 minutos vuelva a pasar con otra bandeja con otros sabores. Se imaginarán la jartura que nos dimos.
El viernes me tocaba despedirme de mi host Dessa, dado que ella viajaría fuera de la ciudad. Tras desayunar juntas por primera vez antes de irme a trabajar, nos despedimos. Casi lloro, pero me contuvo saber que podremos encontrarnos en alguna otra parte del mundo más adelante.
La siguiente despedida fue con mis ancianos de Lar, cuando después de un día muy arduo de trabajo, donde recibimos a muchas personas en el bazar, me tocó decir adiós. Me sentía nostalgia cuando empecé a despedirme de mis compañeras de trabajo, pero mucho más cuando Angelo, uno de los ancianos me preguntó: ¿te vas para siempre? Por qué? Simplemente no lo pude evitar y empecé a llorar. Tuve que salir lo antes posible. Al llegar a la casa, me tocó hacer maletas y preparar todo para el viaje.
Ya llegado el día me tocaron otras despedidas como de doña Cris y don Joao, los padres de Dessa. De Cris, mi amiga, Gabriel mi TN, Daniel mi VP, Leticia la presidenta de AIESEC en Rio Preto, Makoto e Isabella, y Janaina mi supervisora en Lar, quien amablemente fue a despedirme a la estación.
Algo que me gustó de Rio Preto fue la tranquilidad y la paz que sentí al residir aquí. Contrario a mi personalidad, en estas últimas semanas me tomaba las cosas con mucho más calma, y trataba de no sobreanalizar demasiado. Eso me ayudó a sentirme más en paz conmigo misma, cosa que francamente en Santo Domingo no había podido lograr. Cuando me despedí, todos me dieron las gracias, por una u otra razón, y eso me sorprendió porque yo sentía que era la que tenía que agradecer toda la acogida y el buen trato que me habían dado.
Sentir que has tocado los corazones de otros y que te llevas más que experiencias, bonitas relaciones, es una sensación maravillosa y una de las tantas cosas por las cuales adoro viajar. Ahora ellos tienen un casa en R.D y yo sé que si algún día me toca regresar, tendré una casa acá. Ya estoy a mitad del camino de esta gran aventura al sur de Sur América. Hoy estaré en Sao Paulo, y mañana tomaré un avión para ir más al Sur del continente.
Un sueño que se volverá realidad.