Continúo con los ejercicios de escritura de viaje. En esta ocasión la premisa era elegir una de las formas que vimos en la semana 3 (diario íntimo, email, cartas, chat o sms) y usarla para relatar una historia. Como siempre, la extensión sugerida de 3500 caracteres. En esta ocasión elegí escribir una carta contando una experiencia que tuve desde le tren.
Querido E:
Hacía ya mucho que no nos reuníamos, me encantó verte y que pudíeramos pasar estos últimos días juntos viajando por algunas ciudades de este país tan inmenso. Te cuento que al momento de escribirte estas líneas, ya llevo unas 20 horas de viaje y en definitiva tomar el tren en Estados Unidos es una experiencia totalmente distinta a hacerlo en Europa. Claro que nunca he estado más de seis horas en un tren por Europa. Mi compañera de viaje es una mujer que debe estar en sus 50s, pero por la energía que tiene parece de 30s. En las primeras horas del trayecto me contó que tiene varias semanas viajando por los Estados Unidos y por fin regresa a su casa. Sus botas de montaña medios sucias, las leggins de color rosa con estampados, el cabello medio recogido en un moño denotan que ha caminado mucho en estos días.
Al otro lado del pasillo, justo en mi línea de asientos, hay un hombre que pensamos es un indigente. Aunque no lo creo si consiguió una billete de tren, igual nunca se sabe. El punto es que este señor lleva la ropa toda andrajosa, una barba de meses mal cuidada y un bulto bastante viejo, además de que huele un poco mal. Va con una tableta y otros elementos electrónicos que no logro descifrar, así que me he imaginado que hay toda una historia detrás de este señor. Ahora que lo pienso hace algunas horas que no lo hemos visto, aunque su mochila sigue en su asiento.
He estado pasando la mayor parte del día en el área común. Sentada en una especie de comedor, donde hay mesas con sillas a ambos lados. Le llaman el observatorio, donde las ventanas son enormes y suele haber una persona hablando a través de un altavoz contando un poco la historia de los lugares por donde pasamos. He estado escribiendo y leyendo la mayor parte del tiempo. Esperaba que me funcionara el wifi, pero no he podido conectar mi tablet por más que lo he intentado, así que no podré ver el episodio de Game of Thrones como esperaba. Algo que en definitiva no calculé fue la temperatura en los vagones. Debí sacar el hoodie y la otra bufanda, porque por la noche paso más frío de la cuenta y no me siento para nada cómoda. Y eso que estamos en pleno agosto, había pensado que justo en medio del verano no iba a ser necesario. Me equivoqué.
En muchas de las paradas que hace el tren nos dejan bajarnos por al menos unos 10 minutos, algo que realmente agradezco. He notado la falta que me hace poder estirar las piernas fuera de los vagones y respirar aire puro y libre, sin los olores mezclados de todas las personas que están a mi alrededor. He notado que hay personas de distintas partes del mundo en todo el tren, pero sobretodo de distintas partes del país, la mayoría está regresando a su casa. Hoy comí de la cafetería del área común y recién ahora me enteré que hay una comedor donde sirven platos completos y más elaborados por unos 15 dólares. Creo que haré la reserva para almorzar ahí mañana, dado que lo que comí hoy apenas fue un sandwich con un jugo. Acaban de anunciar que habrá otra parada, así que aprovecharé para estirar las piernas un poco y respirar. Ojalá esta noche el aire no se sienta tan frío y pueda dormir mejor. No sé si son las largas horas en el tren, las pocas horas de sueño o las dos semanas viajando, pero ya estoy empezando a sentir el cansancio. Imagino que a estas alturas ya estarás de regreso a tu casa y seguro hasta hayas descansado del viaje. Espero que hayas llegado bien.
Ojalá podamos volver a vernos pronto en otro viaje. Un abrazo. D.