Cuando viajas, tienes la oportunidad de tener experiencias de primera mano que te ayudan a ver y conocer cómo son las cosas allí a donde vas. A veces, puedes viajar miles de millas lejos de casa, estar en un continente distinto e incluso en un hemisferio diferente para encontrarte con que todo es diferente. A veces, simplemente viajas tan lejos, para notar que todo es exactamente igual.
Con Rio Preto me ha sucedido algo parecido al último caso. Lo primero que se puede notar es la igualdad con el clima, 29, 30, 31, 32 y hasta 33 grados… Un sol dispuesto a acompañarte durante todo el día, al menos que alguna pequeña precipitación decida aparecer de repente. Las personas son tan amables y abiertas a la conversación como los dominicanos, montarse en un concho en Santiago implica conocer la vida de alguno de los pasajeros y del chofer, montarse en un autobus en Rio Preto implica conocer a un brasileño.
El arroz es parte sagrada de la comida de ambas culturas, así como la cerveza lo es de las juntaderas, las salidas y las noches calurosas. Los semáforos con contador son comunes, así como los edificios de más de cinco plantas en algunas regiones. Sin embargo, y a pesar de lo carnívoros que somos todos, y la tendencia a la era fit en la que están el 70% de los jóvenes, también existen grandes distinciones, imagino que propias de estar de un lado u otro de la línea del Ecuador.
Saltando la parte del idioma, que a pesar de tener la misma base y entender algunas cosas, todavía sigue siendo muy diferente y con sus complicaciones propias, existen otros puntos que me recuerda estar lejos de casa. La moneda, totalmente distinta, por ocasiones me hace pensar que estaría gastando lo mismo cuando hago la conversion, porque 2.30 reales para el bus equivale a 26 pesos para el concho. Sin embargo, siguen siendo 2.30 reales.
Escuchar una conversación en inglés en lugares públicos es objeto de grandes asombros y preocupaciones, dependiendo el caso. Como aquella vez en que con mi host estábamos frente a un puesto de helados, pensando en qué pedir, y las chicas que atendían se nos quedaron observando asustadas sin saber qué hacer. O cuando con el TM (talent management) estábamos en el bus, conversando y dos chicos, probablemente de highschool, estaban impresionados y comentaron que ellos tenían que aprender inglés y que averiguarían en esa misma semana para tomar cursos. O cuando al salir del cine, veníamos bajando las escaleras eléctricas y un grupo detrás de nosotras empezó a hacer comentarios. En mi país, es normal encontrar a muchas personas que hablen el idioma anglosajón, aunque según el contexto o el lugar, puede ser que alguno que otro se sorprenda, pero no es tan extraño.
Salir al caminar al parque a las 9 de la noche no parece ser un problema, en especial si vas a la Represa, donde puedes encontrar parejas caminando de la mano, un grupo de amigos charlando o personas haciendo ejercicio. Incluso cuando te dan las 12 de la media noche, sigues viendo personas de lo más despreocupadas. No me imagino a un grupo de personas dando un paseo a las 12 de la media noche en el Mirador Sur.
Quizás de las mayores diferencias que podría hacer notar es la humildad de las personas. Seamos claro, Brasil es un país que está pasando por muchas dificultades económicas, y sí, fue cierto lo que ocurrió con las favelas en Río de Janeiro para el Mundial de Fútbol, sin embargo, las personas prefieren andar en un carro mecánico, sin aire acondicionado que es más barato que uno automático y con aire, si saben que no tienen el dinero suficiente para el carro del año. Aquí no se vive de apariencias ni imagen. Es muy raro ver a un tipo en traje por la calles, así como por cada vehículo con las ventanillas arriba hay dos con las ventanillas abajo. Las personas suelen ser más moderadas con el uso del dinero, invierten en lo que necesitan y realmente quieren, y no en aquello que los haga parecer más ostentosos o tener más. Algunas personas, aún teniendo motocicletas, suelen tomar el autobus, dependiendo las distancias que van a recorrer.
Sin embargo, Rio Petro no es una ciudad ni enorme ni pequeña, y es difícil ver un tapón o embotellamiento fuera de las horas pico. En verano es común que en las casas con patio hayan piscinas artificiales (una enorme bañera azul llena de agua), y que tengan su propia parrilla para cocinar carnes varias en actividades frecuentes, dado que no tienen playa, y lo más cercano a playa está a 6 u 8 horas de distancia. Claro que a la carne siempre debe acompañarla la caipirinha o la cerveza, o ambas. Probablemente en algunos aspectos creas que es una ciudad pasada de moda, con carros mecánicos y portones que abren hacia arriba en vez de a los lados, aún así utilizan sistemas tan modernos como que en una cuenta de restaurante, decirte cuánto debe cada persona del grupo, el total por todo y cuanto sería si se divide entre las personas en la mesa.
Otro sistema a copiar es usado en los bares. Al entrar a un pub piden tus datos, nombre y teléfono, y te colocan un cintillo en la mano con una numeración. Cada vez que pides algo, una bebida o comida, enseñas el cintillo y se va anotando a tu cuenta. Al final, en la salida cuando te vas, pagas todo lo que hayas consumido y se haya registrado en tu cuenta, incluyendo la entrada.
En el fondo tenemos los mismos problemas, la misma clase de corrupción, los mismos robos de celulares, el mismo calor, hasta las mismas enfermedades (dengue). Así con nuestras diferencias y similitudes, no se puede negar que somos parte del mismo continente.