La llegada a la Costa Este, fue tranquila y sin tropiezos. Sin contar el hecho de haber perdido mi Kindle en el tren, el vuelo de Chicago a New York estuvo tranquilo y sin contratiempos. La ciudad se veía totalmente iluminada desde el cielo, y transcurrió tranquilo (o al menos eso recuerdo). Llegué a la Gran Manzana por La Guardia, era la primera vez viajaba a través de ese aeropuerto, y aunque salí rápido (incluso mi maleta había llegado mucho antes que yo al parecer), como estaba en reconstrucción habían muchas salidas inhabilitadas, y tuve que durar un buen rato esperando el Uber.
De costa a costa
Historias del trayecto de costa a costa de Estados Unidos, durante el mes de agosto del 2017.
The Southwest Chief
Nuestras últimas horas en Los Ángeles, pasaron sin pena ni gloria. Entregamos la habitación a las 11 como estaba estipulado, y tomamos un Uber para comer en In&Out, la cadena de hamburguesas del west coast. Nada muy allá la verdad. Mucho más barata que otras, pero con menos calidad. De aquí nos dirigimos al Union Station, yo esperaría hasta las seis de la tarde para tomar el tren y Juan tomaría el Uber para el aeropuerto.
Desde el Farmer Market a Santa Mónica
Era sábado, y el último día de nuestra aventura juntos. Así que había que aprovechar el tiempo y armar bien la ruta. Pero, ya teníamos ocho días de andanzas, y de las cosas que quedaban que nos interesaban y podíamos ver, no había por qué levantarse demasiado temprano. Claro, todavía me queda pendiente ir a Universal Studios al parque temático de Harry Potter, que me estuvo siguiendo en todas las calles (en vallas y anuncios publicitarios).
Pateando Hollywood
Dentro de las tantas diferencias que tiene la ciudad de Los Ángeles con otras ciudades de Estados Unidos está su clima. A diferencia de San Francisco, por ejemplo, que es una ciudad que se encuentra en el mismo estado y está a una hora en avión, L.A se la pasa soleado y con temperaturas por encima de los 22 grados. Así que cuando nos preparamos para salir al día siguiente de llegar, me puse unos shorts y blusa fresca. Atracamos la mesita del pasillo donde tenían café y donas, y con cámaras en mano y agua en las mochilas salimos a patear Hollywood.
El tapón en el westcoast
Como el autobús salía a las 11 a.m y teníamos que buscar un lugar donde desayunar, tratamos de no levantarnos muy tarde. Recogimos todo, arreglamos la casa, tratando de dejarla lo más parecida a como la encontramos, le dejamos una nota a nuestra anfitriona en un cuaderno de invitados, y luego de buscar en Google lugares donde desayunar, salimos con maletas en mano.
San Francisco: Mucho por ver en un día
Nos levantamos antes de que sonara la alarma, y comimos unas galletas que nuestra anfitriona nos había dejado en la casa. Una vez listos, tomamos otro Uber hacia Chinatown. La ruta estaba definida y los objetivos claros: ir a Chinatown, comer en un sitio famoso que Lucas de Dinning on a Dime presentó en su programa de Youtube, ir a las Painting Ladies, al Golden Gate, al Parque Japonés, al Lombard Street y al Pier 39. Esta vez salí preparada con un gorro y mi mega bufanda, dado que San Francisco seguía sin enterarse que estábamos en agosto y que en teoría debería estar soleado y caluroso. Nunca fue así.
Y llegamos al otro lado
Salimos temprano del loft, dado que teníamos que estar en el aeropuerto a las 12:30 aproximadamente, pero teníamos que buscar un lugar donde comer. Así que decidimos llegar al aeropuerto con tiempo para sentarnos a almorzar tranquilos. Los vuelos locales son una maravilla, aparte de que obvias el chequeo de migración, todo se siente mucho más fluido y menos estresante. Como habíamos hecho el check-in online, sólo tuvimos que pasar las maletas por la correa (hubiéramos podido llevarlas de carry-on, pero por los artículos personales como jabón, shampoo y cremas era mejor pasarlas).
Desde las alturas y hasta el mar
Todavía quedaban muchas cosas por ver de la ciudad, sin embargo después de desayunar y de camino a la parada del metro, terminamos parandonos en una tienda de Nike para comprar unos tenis para caminar. Todavía quedaba toda una semana por delante, y mi pie no lo iba a aguantar. Así que estuvimos de shopping por un rato. Como la tienda quedaba cerca del loft, volvimos a dejar las cajas y aproveché para cambiarme los zapatos. Entonces, ahí sí nos pusimos en camino hacia el segundo día. Llegamos primero al Willis Tower Sky Deck, el edificio más alto de los Estados Unidos, donde claramente nos esperaba una tremenda fila. Aunque duramos menos de lo que pensé, la verdad. En total fueron dos horas para comprar el ticket y entrar al ascensor que te lleva al último piso donde tienen un observatorio y los famosos paneles externos, donde sientes como si estuvieras caminando en el aire.
Arte, naturaleza y más
Por una parte no podía creer que finalmente mis vacaciones habían llegado, y por otra sentía que el tiempo se había detenido y me gustaba esa sensación. Quería que se mantuviera así… lento. Nos alistamos y subimos al comedor para el desayuno: confle con leche, bagels y té. Yo con mi dieta de no harina y no azúcar, me conformé con el primero. Había muchas personas de distintas partes, un grupo de chilenos, unos europeos, una familia que no reconocí de qué parte eran, y así. Todos iban, se servían, esperaban a que el otro terminara con la tostadora, y se sentaban de los más tranquilos. Algunos hablaban entre ellos, yo sólo los observaba mientras me terminaba mi cereal.
De costa a costa: Día 01
Mi mejor amigo y yo habíamos estado hablando de este viaje desde el año pasado, y en marzo finalmente empezamos a darle forma. Compramos los vuelos que tomaríamos juntos, hicimos las reservas de los lugares donde nos íbamos a quedar (que nos costaron más caros de la cuenta), descargamos Google Trips en nuestros teléfonos para ver opciones de sitios para visitar, y cosas para hacer, y ya sólo nos quedaba a esperar que llegara el día. Claro que los meses previos fueron un poco turbulentos. Entre el trabajo y la muerte de un familiar muy querido, la emoción por el viaje iba disminuyendo. Pero ya había mucho dinero invertido, y en elfondo era algo que quería hacer sí o sí.