Camino al sur: un lago y un fantasma

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Nuestro tercer día de viaje estuvo planificado para visitar el Lago Enriquillo, ubicado a dos horas máximas de la ciudad de Barahona, según Gisela (GPS/Google Now). Esta vez, como teníamos todo el día por delante no tuvimos que madrugar. Hicimos nuestro delicioso desayuno de pan con paté de tuna, llenamos nuestros potes de agua y nos pusimos en camino, luego de alimentar a la Terios con un poco de combustible. A estas alturas ya habíamos recorrido tres playlist distintos, claro sin haber escuchado todas las canciones, al parecer el aleatorio no es la mejor opción si planeas escuchar música sin que se repitan las canciones. 

Siguiendo la ruta y los letreros, atravesamos el camino de espíritus, o mejor dicho de mariposas amarillas que revolotean por la carretera y se estrellan en el parabrisas. Llegamos a Cabral y seguimos los letreros. Claro que aquí nos encontramos con un lento gordito, véase un camión de construcción que parecía ir a 0 millas. Al lograr rebasar al camión, llegamos a un camino que nada tenía que envidiarle a la ruta hacia Pedernales de lo solitario que era. Y de hecho, la imagen que nos rodeaba pasó de solitaria con ciertos pueblos en el trayecto, a maravillosamente surrealista.

De un lado de la carretera veías todo seco, desértico. Del otro lado de repente había vegetación, árboles, matas de plátano sembradas por cientos… y al fondo una gran y asombrosa montaña. Al atravesar el pueblo de Neiba de repente toda la imagen cambio. Un camino de varios kilómetros totalmente verde se nos presentó. Era hasta romántico porque a ambos lados de la carretera habían arboles que se juntaban en el centro y armaban una especie de arco bien bonito. Se nos aguaron los ojos de la emoción al ver esto.

Seguimos unos kilómetros más allá y cuando empezaba a rendirme, encontramos la entrada al parque natural del Lago Enriquillo. Aquí nos recibieron unas hermosas iguanas, como 50 de ellas que no se movían de la entrada, hasta que llegó uno de los cuidadores y nos ayudó a entrar sin matar a ninguna. Resulta que están acostumbradas a que la gente les eche pan… y justo ese día habíamos dejado la funda en el hotel. Aquí el don nos dio un tour por la zona, nos llevó al puerto de donde salen las lanchas, nos explicó de la crecida del lago y de las iguanas, que para ver a los cocodrilos habían que ir a la isla Cabritos y hacer el recorrido de dos horas en lancha, y que esto tenía un costo de 1400 pesos. Luego fuimos a un centro, donde tienen unos paneles con información y el guía/capitán del bote se nos acercó para hablarnos un poco más del lago. Ciertamente de todos los lugares turísticos de la zona es el más descuidado y poco atendido. Claro que parece que la gente lo tiene abandonado porque quiere comerse la tierra alrededor, pero igual creemos que se puede cuidar y explotar mejor ecoturisticamente. Además de que la isla estará cerrada a partir de enero porque están construyendo o reconstruyendo un centro que tienen allá.

Aquí nos sucedió algo curioso. Mientras observamos los paneles y leíamos la información el capitán nos dijo que si teníamos cualquier otra pregunta estaría sentado bajo un árbol, nosotras le dimos las gracias. Después de analizarlo decidimos hacer el viaje en bote y cuando quisimos ir a hablar con el guía, el hombre acababa de salir en su motor hacia un pueblo cercano. Ahí un señor, que también es guía llamado Manuel se nos presentó y nos habló de un proyecto que tienen para la concienciación del medioambiente. También nos dijo que era profesor, y basicamente nos hecho un boche fino porque hubo un problema de comunicación, encima nos preguntó que a quién representábamos, y nosotras nos quedamos como: ehm…a nadie… por lo que ante sus ojos, o es una percepción nuestra, éramos unas egoístas o algo así. Para poder entender por qué llegamos a esta conclusión debería decirles exactamente lo que nos comentó, pero sinceramente no recuerdo sus palabras a cabalidad. El caso es que fue una segunda prueba de que había problemas con la

Como al final no íbamos a hacer regresar al guía para hacer una ruta corta -lo llamamos y dijo que sólo llegaría hasta una orilla, so no tenía sentido- decidimos obviar el viaje y seguir. Luego, el don que nos recibió al despedirnos nos dio el dato de un bosque ubicado en el centro del pueblo de la Descubierta. Como teníamos mucho tiempo por delante llegamos al lugar sin imaginarnos lo fabuloso que sería.

Literalmente en mi país hay un pueblo en el sur que tiene un bosque frente a un parque con una piscina natural y un río que lo atraviesa. Las Barias fue el lugar más bello y maravilloso que vimos en todo nuestro recorrido. Claro, que para nosotras vale más un área verde con ríos que una playa. Aquí tomamos fotos, vimos a los niños jugar sanamente, a jóvenes que acababan de salir del liceo sentarse en unos bancos con mesas rústicas perfectas para hacer un picnic y lo mejor era que en el kiosko tenían salsa puesta como música de fondo. No dembow, o regueton, o cosas así.

Duramos un rato sentadas viendo el ambiente, respirando el aire puro, riéndonos con los niños. Luego se nos acercaron dos niños y uno de ellos, José Luis nos pidió 10 pesos. Al final Lirme le dio un marcador, y cuando él le preguntó que qué podía hacer con eso ella le dijo: «puedes hacer muchos 10 pesos con eso», por lo que él se sorprendió. So, si alguna vez conocen a alguien llamado José Luis y es diseñador o arquitecto o ilustrador, me dejan saber.

Al salir de aquí nos paramos en un mirador que está a mitad de la carretera y donde tienes que subir unos escalones. Claro que al llegar allá tienes una visión más general del panorama del lago. Regresamos entonces con una agradable sensación gracias a Las Barias, los niños y la vista. Y estábamos camino al Polo Magnético ya que estábamos cerca…o eso creíamos. Cuando íbamos por Neiba, en vez de seguir la calle por la que nos metimos, seguimos derecho siguiendo un letrero que decía Barahona…graso error. Gracias a eso nos metimos en otro camino totalmente distinto, y no pudimos tomar una foto que quería con la estatua de Enriquillo que estaba en el otro camino…

Al final, llegamos a un cruce donde le preguntamos a un hombre llamado Alberto, él nos comentó que estábamos muy lejos y tras darnos unas direcciones nos preguntó si podíamos darle una bola hasta más adelante. Realmente no recuerdo porqué lo dejamos montarse con nosotras cuando teníamos la regla de no darle bola a nadie, pero imagino que me infundió confianza su manera de hablar y el hecho de que parecía que estaba en receso de comida del trabajo. En el trayecto nos contó que era camionero y que vivía en Santo Domingo, pero que por motivos de trabajo tenía varios veces por la zona. Que estuvo en Haití y vivió allá unos meses por su trabajo, y en tres meses aprendió creole. Nos contó que estábamos en la zona de los bateyes y que es una zona peligrosa donde hay mucha droga y delincuentes. Lo dejamos en Batey 4 y luego de hacernos nuestro primero selfie con un extraño seguimos la ruta.

Terminamos llegando a la carretera de Santo Domingo y aquí me dio un dejavu de que anteriormente había pasado por allí. Así que volvimos a hacer la ruta hasta Cabral, y nos desviamos siguiendo los letreros al Polo. Aquí nos pasó otra cosa curiosa. Llegó un punto en el que la jipeta estaba forzada, y se sentía como que estabamos subiendo una loma, hasta se me taparon los oídos, sin embargo no se veía ninguna señal de que así fuera. Según Gisela estabamos en el punto del Polo, pero no vimos ningún letrero y pensamos que se había equivocado así que seguimos más adelante… hasta llegar a una comunidad donde pudimos preguntar y nos dijeron que nos habíamos pasado. Al devolvernos nos encontramos con Eugenia, una doña de unos 70 años que supuestamente siempre está ahí para indicarle a la gente que ese es el punto. Nos paramos y al salir de una vez buscó una botella de agua y nos probó que era cierto. Sin embargo, tras observarlo bien y ver de lado a lado, nos dimos cuenta que es una ilusión visual. Lo interesante de Eugenia es que según ella nos había visto cuando pasamos la primera vez y que nos voceó, pero nosotras no la vimos a ella y eso que pasamos muy lento por ahí… so, para nosotras fue como encontrarnos con un fantasma. Por si las moscas, nos tomamos otro selfie con ella.

Con los dos lugares marcados en la lista regresamos a Barahona para buscar donde comer. Terminamos en el restaurante del hotel donde la comida nos hizo 572 pesos, véase mucho menos que la primera vez que comimos en el pueblo. Dejamos la mitad de nuestros platos, estaban buenos, pero nos jartamos fácil. De ahí fuimos a descansar a la habitación y luego en la noche salimos por una cerveza. Terminamos en la Barra del Tunel, al salir fuimos por el vehículo y llegamos hasta el malecón. El mismo está renovado y es bellísimo. Tiene columpios a lo largo del lugar, puestos en casetas de madera, restaurantes, bancos, un camino para montar bicicleta, aparatos para hacer ejercicios, etc.

Duramos un rato en los columpios admirando el lugar, hasta que me dieron ganas de ir al baño y nos topamos con una mujer, Wilma, quien justo iba para su negocio y nos dijo que allí tenía un baño que podíamos usar. Ella nos comentó acerca de su negocio, un restaurante que apenas tenía 15 días abierto, que su familia tenía muchos comercios en la ciudad, y se sorprendió al saber que dos jovencitas como nosotras estaban haciendo un viaje solas por esa zona. Luego nos despedimos, tomamos algunas fotos del malecón y regresamos al hotel para descansar.

Al siguiente día sería el camino de regreso a casa y el paso por las Dunas de Baní.

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