Arte, naturaleza y más

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Por una parte no podía creer que finalmente mis vacaciones habían llegado, y por otra sentía que el tiempo se había detenido y me gustaba esa sensación. Quería que se mantuviera así… lento. Nos alistamos y subimos al comedor para el desayuno: confle con leche, bagels y té. Yo con mi dieta de no harina y no azúcar, me conformé con el primero. Había muchas personas de distintas partes, un grupo de chilenos, unos europeos, una familia que no reconocí de qué parte eran, y así. Todos iban, se servían, esperaban a que el otro terminara con la tostadora, y se sentaban de los más tranquilos. Algunos hablaban entre ellos, yo sólo los observaba mientras me terminaba mi cereal.

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Revisamos las recomendaciones de Google Trips y armamos una ruta. La meta era ir al Grand Park, y rogar porque el Lollapalooza no hubiera abarcado toda la zona. ¡Que ingenuos!. Tomamos el metro listos para caminar, o casi. Al salir de la boca del subterráneo, Juan se acordó de una escultura muy famosa que hay cerca de la parada donde nos bajamos. Claro que no se acordaba bien de cuál era la parada exacta, y cuando le preguntamos a Google, caminamos en dirección contraria a donde queríamos ir. Después de pasar par de cuadras llegamos al Flamingo y vaya que es grande. Aprovechamos para tomar un par de fotos, y luego continuamos caminando hacia el parque.

Dos esquinas antes ya se divisaba, y aunque eran apenas las 11 de la mañana, vimos a muchos jóvenes con el flow del festival: las chicas en shorts, con cabellos pintados, tops, blusas de mallas, medias de colores, faldas de tutu. Un poco sexy y extravagante. Los chicos iban “normal”, t-shirt y jeans. Ellos no se complican. Para nuestra desgracia había una gran barrera en toda la orilla del Grand Park. Empezamos a caminar para ver hasta donde llegaba. Lamentablemente, la barrera de seguridad cubría la mayor parte del parque, incluyendo la Buckingham Fountain. Cuando llegamos casi al final, a Juan le empezaron a incomodar los tenis, dado que estaba sin medias. Así que buscamos en Google una tienda cercana, y nos dirigimos a un Walgreens. Aquí aprovechamos también para comprar agua. Nos detuvimos en un banco fuera de la tienda y se colocó las medias.

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Van
Entonces ahí a mi me empezó a molestar el pie derecho. Desde hacía una semana me había dicho que esos zapatos no eran aptos para caminar, pero no hice caso. Seguimos caminando en dirección al Lago Michigan. Nos detuvimos en un puesto de hot dogs, y luego continuamos caminando toda la orilla. A medida que avanzabamos más coja me sentía. Pero la vista me reanimaba, la gente paseando, algunos sentados a orillas del Lago, otros en bicicletas, las gaviotas volando, los patos en la grama… Llegamos al Instituto de Arte de Chicago, compramos los pases para entrar y empezamos a recorrer las diversas salas de exhibición detrás de las obras de Van Gogh. Cuando íbamos por el renacimiento, decidí sentarme en uno de los bancos de la sala. Mi pie estaba desbaratado. Duré un rato sentada, mientras veía a las personas entrar y salir, le di scroll down par de veces a IG. Hasta que Juan regresó y entonces nos movimos, yo ya completamente coja.

 

Lo encontramos en el área de los impresionistas y tras admirar por unos minutos su obra y la de otros como Monet, nos fuimos para la exposición especial que tenían en el momento. Una recopilación de obras de Paul Gauguin. Le dimos la vuelta, y salimos, ahora para comer algo. Caminamos atravesando el Millennium Park, y tomando fotos en el puente de metal, mientras que un par de calles más allá se podía divisar la multitud de personas que asistían al Lollapalooza. Pasamos por la famosa Cloud Gate, donde había una enorme cantidad de personas tomándose fotos, y tras hacer lo propio de cualquier turista continuamos caminando más hacia el centro. Como ya teníamos mucha hambre y mi pie necesitaba reposo, nos metimos en un Popeyes. Aquí hice revisión de los daños, el pie no estaba tan mal, pero dolía mucho. Al terminar de comer nos fuimos al Intelligentsia Coffee Millennium Park Coffee Bar que quedaba por ahí mismo, y mientras él se tomaba un café yo disfrutaba de un té verde. Duramos un buen rato en el café, observando a los baristas hacer su magia, viendo entrando y saliendo a mucha gente, en grupos sobretodo, a una asiática con un celular tomándole fotos a todo con su iphone y un lente especial que le había colocado al celular, y disfrutando del ambiente.

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Una hora más tarde regresamos al parque, y entramos a un centro cultural, donde abogan por el arte público y libre. Al durar un rato dando vueltas por el edificio y estar totalmente anonadada con el techo de uno de los salones, volvimos al parque, para ver cómo los niños se reían y jugaban en la Crown Fountain, una obra de arte interactiva, con dos bloques donde se proyectan unos vídeos con las caras de diversas personas, y de repente, empieza a botar chorros de agua. Ya se imaginaran los gritos de los niños cuando estaban muy distraídos y de repente salía ese chorro de agua de la nada. Una pequeña de unos dos años, se la pasó corriendo de aquí para allá de la mano de un amiguito. De vez en cuando se caía, pero se volvía a poner de pie y seguía como si nada muerta de risa.

Cuando empezó a bajar el sol, caminamos hacía unos jardines que se encontraban cerca, y después decidimos regresar al Loft para instalar HBO GO en mi kindle y así poder ver el capítulo de GOT. Claro que mientras intentamos hacer eso, aproveché para consultar con los encargados del lugar, si se podía colocar la serie en la televisión. Primero subimos al área común, y confirmamos que el canal se viera, luego nos fijamos que habían niños y desistimos de la idea. Después de ver el capítulo en el kindle (para evitar controversias), me di un baño y salimos a cenar, bueno salimos a la calle para ver qué encontrábamos abierto un domingo a las 9:30 p.m, cuando casi todos los sitios de comida cerraban a las 10. Esta vez iba en chancletas. Encontramos una Cerveceria/Pizzeria, donde probamos la mejor pizza del mundo, y una cerveza apta para mi, que no bebo nada de alcohol. Sabía a jugo de naranja. El camarero fue tan amable, que hasta nos preguntó si habíamos visto el capítulo, porque él estaba loco por terminar su turno para ir a su casa a verlo.

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El ambiente fue bastante agradable, la comida estuvo muy bien, y el servicio genial. Después de la jartura (tanto que hasta dejamos, pero claro pedimos dos pizzas medianas de 8 pedazos cada una para dos personas), pedimos la cuenta y una caja para llevar los pedazos que sobraron. Teníamos algo más para agregar al desayuno gratis.

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