Si te gusta acampar, el contacto con la naturaleza y tomar fotos distintas, tienes que ir a Valle Nuevo, Constanza. Hace unos meses regresé a este mágico lugar, esta vez para acampar en Las Pirámides. Desde la primera vez que fui a Constanza, hace ya más de 3 años, había querido volver con más calma y tener la experiencia del camping en la montaña. La oportunidad llegó de la mano de un amigo que tenía planeado el viaje con un grupo de aproximadamente diez personas, pero como todo en la vida, hubo algunas complicaciones y terminamos siendo cinco.
El plan era llegar, montar el campamento y relajarnos. Comer, tomar, comer, alguna foto, dormir, y comer. Y lo hicimos así, sólo que nos tomó más tiempo del que pensámos en llegar. Primero, ninguno había ido con anterioridad hasta ese punto. Yo había ido pero como dije, había pasado mucho tiempo desde la última vez. Salimos a las 9:30 de la mañana de Santiago, tiramos una moneda para decidir cuál ruta tomar, y consultando Google Maps nos dirigimos entonces a Piedra Blanca, para tomar el trayecto por San José de Ocoa. Buena experiencia, pero no para repetirla. Al principio, todo iba bien, estábamos a tiempo, y llegamos a un pueblo donde nos detuvimos para comer en Tell Alpin Hotel Restaurant -nos dimos la real hartura-. El lugar incluso tiene un mini museo con piezas taínas, y un patio bastante bueno para comerse un sancocho con aguacate.
Tras almorzar, probar los dulces locales y tomarse sus respectivos cafés, nos dispusimos a continuar el trayecto. Claro, hasta que la puerta del jeep donde íbamos se abrió, y se salieron unas mochilas que rodaron por la calle, y que nos hizo detenernos y devolvernos. Por suerte, los lugareños fueron muy amables y nos ayudaron a recuperar nuestras cosas.
Continuamos la ruta, y tras pasar todos los pueblitos, empezamos a entrar a un camino más rocoso y empinado. Por momentos tuvimos que desmontarnos del vehículo, para poder pasar los enormes charcos de agua, donde el jeep corría peligro de pasar. De hecho, en par de ocasiones las gomas se quedaron encharcadas. Una vez ya en la provincia de La Vega, nos tocó pasar un camino estrecho donde teníamos barrancas de ambos lados, y por donde sólo podía pasar un vehículo a la vez. Lo curioso es que esa colina había una casa de madera en lo alto. Al llegar al puesto del guardabosques, y la entrada al parque, nos detuvimos para ir al baño, y aprovechamos para preguntar cuánto faltaba para llegar a Las Pirámides. El oficial de medio ambiente nos indicó que estábamos a 7 km, y que lo que quedaba de camino, era mucho más fácil de lo que dejamos. Bueno, no sé para quien era fácil, pero más de la mitad del camino lo recorrimos caminando porque hubo un momento que nos habíamos cansado de estarnos montando y desmontando del vehículo para poder pasar por los cráteres.
Finalmente llegamos a eso de las 5:30 p.m, ya habían muchas personas con sus campamentos montados, y la fila de vehículos en la carretera era bastante larga. Desde que nos estacionamos, procedimos a desmontar todo el equipaje y a armar el campamento. Nos pusimos los abrigos dado que de inmediato empezamos a sentir la temperatura bajar. Una vez armado el campamento, empezamos a dividir cómo ibamos a dormir, en este proceso un señor, vecino de una casa de campaña cercana, ser nos acercó y nos recomendó mover las carpas al refugio, dado que se auguraba lluvia, y una de las casas no lo iba a aguantar.
Una vez nos movimos, notamos que de las tres carpas que teníamos, al final podíamos acomodarnos en una y usar otra para resguardar los bultos. Así que reajustamos todo. Entre mover las carpas y los bultos, socializamos con algunos vecinos y conocidos que encontramos allá. La noche cayó y con ella la neblina. Nos pusimos a jugar UNO y luego preparamos la cena. Al cenar y recoger todo para dormir, nos sentamos en la fogata que habían encendido para los campistas. Todos los vecinos se fueron acercando, e iban rotando, unos iban duraban un rato, se calentaban y se iban. Otros se quedaban y pasaban de un tema a otro. Te preguntaban de donde eras o a qué te dedicabas, se hacían chistes y cuentos, y nos tratabamos como si nos conocieramos desde siempre. Hicimos comparaciones de cuál camino estaba más bueno o no, muchos contaron anecdotas de cómo se le rompieron las llantas de los vehículos y así. Yo me fui a acostar, para levantarme unos minutos más tarde porque el ruido de la conversación no me iba a dejar dormir.
Nuestros vecinos más cercanos, era un grupo de la capital, que se dedica a acampar constantemente. Finalmente mi grupo decidió irse a dormir, y ese fue el momento que aproveché para acostarme. Al final dentro de mi sleeping bag me dio calor, aunque me sentía un poco incomoda porque el suelo estaba muy duro.
Al otro día nos levantamos muy temprano, poco a poco los campistas fueron despertando, para hacer el desayuno. Algunas se dieron un «baño» con toallas húmedas, dado que los baños sólo tenían inodoros y lavamanos, pero no hay duchas.
Todos los campistas socializaron con los demás, algunos tomaron fotos y así. A partir de las 10 de la mañana los grupos empezaron a recoger sus campamentos para tomar el camino de regreso a casa. En esta ocasión decidimos irnos en caravana con unos conocidos y tomar la ruta Constanza-Jarabacoa. Nos dimos cuenta que ese camino estaba mucho mejor y más fácil de transitar. A medida que ibamos bajando la temperatura iba subiendo, y fuera del cansancio del mismo viaje, estabamos más contentos, y en armonía. Efecto de la loma.
Así que ya sabes, si quieres ir a acampar a Las Pirámides de Constanza, te recomiendo que tomes la ruta Jarabacoa-Constanza, y mientras más temprano salgas, mejor. De igual manera, lleva contigo todo lo que vayas a necesitar, carpa, sleeping bag o colchón inflable, abrigos -y hasta bufandas-. Y si no eres de los que acampan pero quieres intentarlo, dale. La experiencia vale la pena.