Siempre he considerado que mi inglés está muy por debajo de la media. De hecho así era. Sin embargo en las situaciones en las que me he visto forzada a utilizarlo he podido sobrevivir y salir a flote. Aquella fue una de esas situaciones, donde a pesar de no estar plenamente obligada (dado que tenía traductor de por medio) sentía que era una especie de necesidad superar un poco eso de la barrera idiomática (además que nunca es igual con un interprete de por medio).
Ese día luego de un día muy productivo de clases, dónde resalté el hecho de que estoy en un país distinto así que las reglas son diferentes, gracias a mi tarea llena de errores cometidos (amo cometer ese tipo de errores, me ayuda a aprender más), me dispuse entonces en horas de la tarde a averiguar quien rayos era Nikos Megrelis. El director de un documental, llamado Shooting vs Shooting, que veríamos en horas de la noche y a quién debíamos hacerle algunas preguntas para luego realizar nuestra tarea para el próximo miércoles.
Llegué más temprano que cualquiera de mis compañeros. De hecho el lugar apenas lo estaban abriendo. Esperé atenta para ver si tenía la oportunidad de hacerle algunas preguntas antes de iniciada la conferencia, pero que va, por un error en la organización, al final tuve que esperar hasta terminado el documental que se iba a presentar.
Las imagenes son fuertes, pero es la cruda realidad que viven los periodistas, corresponsales de guerra, quienes arriesgan su vida por el ejercicio de la profesión. Una crítica más que fuerte hacía la nación estadounidense es el principal hecho a tratar, basado en los asesinatos de cientos de periodistas principalmente en la guerra de Irak. Entrevistas, testimonios, imágenes que te ponen la piel de gallina son algunos de los elementos que conforman esta pieza cinematográfica de una hora y diez minutos de duración.
Confieso que en algunos momentos se me estaban por salir las lágrimas, pero estaba muy concentrada en atender al fondo de la historia más que a la forma dramática y real en que fue contada.
Luego de la presentación se abrió paso a un coloquio entre los asistentes y el director de la obra de procedencia griega, quien necesitaba de un traductor para poder comunicarse con los asistentes. En búsqueda de declaraciones para mi artículo, me lancé a alzar la mano y hacer las preguntas pertinentes. Confieso que mi corazón latía a mil por hora, y me preocupaba hacer la pregunta bien, de repente un inglés machucado fue lo que salió de mi boca, haciendo caso omiso al traductor presente, y dirigiéndome directamente hacia Megrelis, quien con ningún atisbo de duda respondió a mis dos preguntas realizadas, una después de ser contestada la otra.
Al finalizar el acto, unos pocos compañeros y yo nos acercamos, yo para ir detrás de mi foto de la actividad, ellos para en una zona un poco más segura poder obtener sus declaraciones.
De toda esta experiencia lo que me hizo sentir más orgullosa de mí misma, fue el hecho de que al tomarle la foto me preguntara si era estudiante, y al responderle afirmativamente, me dijera que había realizado muy buenas preguntas y que como estudiante había demostrado ser muy buena -adiós modestia-.
Normalmente no me gusta darme bombos ni platillos a mí misma, pero que un periodista de ese calibre pueda comunicarse contigo en otro idioma que no es tu lengua materna, me hace pensar que no estoy tan perdida como muchas veces llego a pensar. Luego de charlar un rato, tomar mis fotos y declinar la propuesta de ir a cenar con los periodistas de la asociación que organizaba la actividad, salí junto a mis demás compañeros.
La noche de Halloween estaba en pleno, jóvenes disfrazados, con máscaras, feos maquillajes, y con ganas de bonchar eran los testigos de la noche. Después de decidir ir a cenar pizzas con mis compañeros, el escenario me pareció perfecto para una fotografía que al final no pude tomar. La antigua arquitectura de la ciudad, las luces encendidas de la noche, los jóvenes en sus disfraces, todo era muy irreal, así como fuera de un ambiente de fiesta, la escena perfecta para una película de terror un poco al estilo Scary Movie.
Mientras ellos seguían de bonche (muy probablemente durando hasta las 6 am, dado que mañana es Día de todos los Santos así que es día de fiesta), yo regreso a mi casa para contarles esa increíble experiencia de haber estado con otro gran periodista y que a parte me haya halagado.
Sin embargo soy realista, todavía tengo miles y miles de cosas que aprender, y siendo honestos meteré la pata cientos y cientos de veces. Pero siempre recordaré este día como el día en que Nikos Megrelis me dio la mano y me felicitó por las preguntas que le había hecho, el mismo día en que el Halloween se hacía vivo en Bilbao.