El segundo día en el país de la Pura Vida fue algo más tranquilo y relajado. Claro, tuve que madrugar para tomar un tour que nos llevaría desde San José hasta la Fortuna, una ciudad a aproximadamente tres horas de viaje en autobus. La primera parte de la mañana fue un poco aburrida, duramos aproximadamente 40 minutos recogiendo a personas de diversos hoteles y hostales, y la primera parada fue a una tienda de artesanía -tenemos la impresión de que los dueños del tour tenían acciones en la tienda- y de hecho duramos más de lo que habían anunciado. Más tarde pasamos a ver la carreta más grande según el récord Guinness, muy bonita y enorme Tomamos fotos y seguimos.
Finalmente, y tras dos horas más de viaje, a lo lejos vimos el volcán Arenal, uno de los más emblemáticos del país y que erupcionó en 1968 matando a aproximadamente 80 personas que vivían en el pueblo ubicado en las faldas del volcán. Ahora está «inactivo», aunque me dicen que en las noches claras se puede ver expulsar lava y llamas una que otra vez. Con el Arenal me ocurrió algo parecido a la primera vez que vi la Torre Eiffel, no se veía. Es decir, se veía, pero parecía una montaña más gracias a las nubes y la espesa neblina que lo cubría. Fuimos a un mirador desde donde se ve muy cerca -dado que no te dejan subir- y aún así… al menos la vista era muy bonita y a lo lejos también se veía un lago artificial.
Después de esta tamaña decepción terminamos en lo que sería mi lugar favorito de la Fortuna: las aguas termales. Créanme, el precio lo vale. Aquí estuvimos tres horas disfrutando de las pozas y la piscina, y luego nos terminarían de alegrar el día con un buffet exquisito. En las aguas termales, después de tomar muchas fotos y disfrutar un poco en soledad compartí con dos chicas que como yo iban en el tour solas: Eddy de Venezuela y Chelsea de Estados Unidos. Como Chelsea no sabía nada de español, estuvimos hablando todo el tiempo en inglés. Al principio yo me mantuve un poco más tímida, dado que por momentos no sabía cómo decir lo que quería decir, pero ya a medida que avanzaba el día no me callaba. Fue muy interesante, estar en ese lugar lejos del mundo, disfrutando de las aguas en un ambiente que te hacía sentir estar dentro de un bosque y hablar de todo un poco con estas nuevas compañeras de viaje, aún cuando sabía que probablemente no volvería a ver, dado que esa noche yo me quedaba en Arenal y ellas regresaban a San José. Sin embargo, fue muy divertido. Eddy me habló de la situación de Venezuela y de cómo estaban las cosas y sus intenciones de irse a vivir a Colombia; Chelsea de cómo tenía tres semanas viajando y que ya empezaba a extrañar a su madre y a su perrita.
En la cena, Chelsea y yo parecíamos dos chamaquitas con los postres…fuimos y cogimos un poco de todo cada una, y unos españoles que también estaban en el tour estaban muertos de risa con nosotras por nuestras caritas de felicidad al probar cada uno de los dulces -tiene sentido que haya regresado gorda de por allá-. Al final la cena, regresamos al autobus y me dejaron en mi nuevo hostal. Aquí me despedí de mis compañeras, no sin antes intercambiar nuestros FB para mantener contacto más tarde.
En el nuevo hostal, que me pareció una maravilloso, me tocó compartir habitación con un grupo de alemanas. No sé que tienen los alemanes que se ven todos buenmozos, altos y bonitos y parecen modelos… Bueno, por los menos con los que me encontré en mi viaje y que no eran personas mayores. Esa noche, después de instalarme y darme un baño, me quedé un rato en el lobby, donde otros huéspedes se encontraban. Todos eran franceses, ingleses, alemanes o norteamericanos… Después de actualizar mi foto del día en Instagram me fui a dormir.
Al otro día la gran aventura me esperaba: Canopy. Como el tour no empezaba hasta las 10, pude levantarme un poco más tarde. Así que pude recoger mis cosas con tranquilidad, prepararme y desayunar sin problemas. A las 10:10 un señor pasó por mi, y en menos de 5 minutos nos encontrabamos en el complejo donde haríamos el canopy. Tras la charla de seguridad que te dan, nos montamos en un safari halado por un tractor que nos dejó en una torre enorme. Aquí mi vértigo empezó a surgir. Las escaleras eran de esas de hierro que al mirar hacia abajo solo vez un hoyo, y aunque se veía segura, me costó un poco subir. Al llegar a la cima el pánico se apropio de mi, pero una chica que iba en el grupo se asustó mucho más, tanto que al final no lo hizo. Su novio estaba bastante decepcionado.
Los guías eran tres hombres con bastante experiencia, y uno de ellos se la pasó coqueteando conmigo -que al parecer era la única mujer soltera del grupo, porque estaban una pareja de Alemanes de unos 50 o 60 años, una familia de Miami, y la pareja de novios de New York-. La primera vez que me tiré fue con un guía, o como ellos le dirían, con un taxi. La sensación fue muy apera y al regresar fue como: ¿y a esto le tenía miedo?. La segunda vez también me tiré con el guía porque el cable era mucho más largo -950 metros de distancia- y temía quedarme a mitad del camino como le pasó a todos los miembros de mi grupo. Ya después, en los siguientes cinco cables me tiré solita, y de hecho era la primera en la fila. Terminaron diciendome que parecía toda una experta.
Era genial. Estar suspendido en el aire, ver los árboles a tu alrededor, sentir el viento en tu cara… it was just great.
Fue tan jevi, que cuando terminó el tour quería seguir tirándome de cables y así. Pero ya no me quedaba otra que regresar al hostal. Allí recogí mis cosas, y me tocaba una larga espera hasta que el autobus pasara por mi para regresar a San José. Así que comí tranquila, esta vez fue un casado, una comida típica de allá, y luego cuando por un momento empezó a llover y ya no podía estar en la piscina, me cambie y salí a conocer el pueblo.
Realmente no fui lejos, pero llegué a un parque muy bonito, donde habían muchas personas sentadas o niños jugando, pasé a una chocolatería/heladería y compre unos chocolates para traer y me comí un helado, que ahora mismo no recuerdo de qué era, pero estaba bueno. Todo alrededor era turístico, las únicas personajes del lugar eran aquellos con puestos donde ofrecían tours u hostales y comercios, y algunos de los que estaban en el parque. El volcán Arenal se podía ver desde el parque, aunque las nubes una vez más no permitían apreciar su majestuosidad.
A las 7 de la noche pasó el autobús, y llovía. El camino fue un poco perturbador, cada vez que abría los ojos veía una espesa neblina alrededor de nosotros, y rogaba porque el conductor tuviera experiencia en ese camino. Varias veces pasamos por algunos puentes donde sólo cabe un vehículo a la vez, o tomábamos curvas muy cerradas y barrancos a los lados, sin embargo fueron escasas las ocasiones donde sentía que la carretera estaba mala. Eso sí, un camino oscuro, con la neblina más espesa que haya visto y lloviendo… nada agradable.
Pude respirar más tranquila cuando vi las luces de la ciudad y que ya estábamos cerca de San José, según los letreros. Al llegar fui la última en bajarse, dado que por la ruta que tomó el chofer mi hostal quedaba al final del camino. Justo antes de dejarme se quedaron dos hombres. Uno de ellos no encontraba su cámara y justo en ese momento se había dado cuenta, duró como 15 minutos desesperado buscándola, hasta que apareció envuelta en una de las mil cosas que llevaba, después resulta que no encontraba el ipad…y yo: ¿En serio? Tres horas de viaje y ahora es que se da cuenta que algo le falta. También estaba un poco malhumorada porque estaba cansada, quería un baño y dormir.
Al llegar al hostal una persona distinta a la primera vez me atendió, y por una lógica muy extraña decidí pagar un poco más por una habitación privada. Realmente no quería compartir el baño ni tener que entrar susurrando a la habitación. Así que nada, pagué un poco más y al encontrarme sola en mi habitación aproveché para ordenar mi maleta que estaba bastante alborotada. Eso sí, quedé desconcertada al descubrir que no había conector en la habitación. Una habitación privada sin conector para cargar tu celular… el real fail.
Cartago, ángeles y familia
Al otro día volví a levantarme un poco tarde, desayuné y recogí todo y luego pedí instrucciones para ir al Museo del Niño, que me habían dicho era toda una maravilla. Tomé un taxi -dado que el barrio por el que debía pasar no era muy seguro…y btw, le dicen el barrio de los dominicanos…un poco insultante eso, pero lo obvié- y por cierto, son rojos con la señal arriba, y así llegué a casi tres horas de diversión y un repaso a mi infancia.
El museo es enorme y hay de todo. Puedes ser desde un astronauta, hasta un dentista o un doctor o un locutor de radio o un arqueólogo…o director de orquesta…o granjero… en fin. Pasas por toda la historia del universo hasta la historia de Costa Rica, y luego a conocer tu cuerpo, o a conocer cómo eran los aborígenes de la zona, o a sentir cómo tiembla la tierra en un terremoto….en fin, un museo interactivo para niños muy genialoso, pero muy descuidado también. Al parecer no le dan el mantenimiento adecuado, dado que muchos juegos estaban inservibles o no encendían algunas luces y así. Luego me enteré que ese lugar había sido la cárcel más sangrienta del país y que una primera dama había decidido transformarlo en ese museo muchos años después de que había cerrado. Good one miss.
Al regresar al hostal y recoger mi maleta, tomé otro taxi para reunirme con Tracy en su oficina. Mientras esperaba a que saliera de trabajar, caminé por uno de los malls que hay en San José y duré un buen rato en una tienda de figuras de acción que encontré. Lástima que no tenía ni dinero ni espacio en mi maleta para comprar. Después encontré una tienda más grande donde vendían comics y mangas, pensé en todos mis amigos fanáticos o interesados en el área.
Al terminar mi caminata por todo el mall me senté en el área de comida. Realmente no difiere mucho de los malls de aquí, bueno…de los que hay en Santo Domingo. Regresé a la oficina de Tracy, y luego de que su padre nos pasara a buscar, nos pusimos de camino a Cartago.
En Cartago solo duré una noche. Fui a las ruinas de Santiago, y luego a la Basílica de Los Ángeles, una iglesia a la que llegan muchas procesiones en el día de la Virgen algo parecido a lo que ocurre aquí con la Basílica de Higüey el día de la Altagracia. Lo más interesante de este lugar era la cantidad de ángeles de cerámicas que había, sólo podía pensar en los Weeping Angels de Doctor Who.
Esa noche me quedé en casa de Tray, y aprecié cómo es estar con una familia Tica. Muy confortable todo, súper dulce su madre, y como toda madre quería engordarme más de lo que estaba, eso sí…la cena que hizo merecía la pena volverse gordo. Esa noche nos preparamos para la que sería mi última aventura Pura Vida, pues al día siguiente nos iríamos a Manuel Antonio, un parque natural muy famoso del país.
Pero ese fin de semana, merece toda una nueva nota para él sólo… Así que, hasta aquí se los dejo.
Continuará…