Mi primer semestre como docente en la universidad me tocó un grupo de estudiantes de término de la carrera de Comunicación Social. Como estaba dando clases en mi alma mater, los alumnos que me tocaron en su mayoría eran amigos míos, con quienes había compartido en distintos proyectos o trabajado en distintas áreas. La materia que enseñaba era muy técnica —de hecho, hoy estoy impartiendo la misma asignatura al último grupo que estará tomándola en ese pensum—, por lo tanto el tema del diálogo parecía no tener mucha cabida. Sin embargo, siempre he adoptado la posición de escuchar qué tienen que decir ellos ante las cosas que les presento.
¿Por qué es importante tomar en cuenta esto del diálogo? Porque de nada sirve estar de frente a un grupo de personas tratando de enseñarles algo, cuando ellos no muestran ningún interés, y una de las mejores estrategias para lograr eso es que desde el inicio se les pregunte cuáles son sus expectativas, y qué esperan de la materia. Claro que luego de ese primer contacto es necesario continuar en un diálogo abierto, donde según la manera en que ellos respondan, debemos ser lo suficientemente flexibles como para modificar los planes o el cronograma preestablecido de la asignatura.
Al final se trata de que los estudiantes logren tener un aprendizaje significativo, y donde el profesor aproveche los recursos necesarios para instruirlos. Más sobre esta experiencia y el tema del diálogo en el primer episodio de Hecho Fuera del Aula.