La primera semana fue un poco intensa. Entre el proceso de adaptarnos, conocernos, tratar de que los chicos nos tuvieran confianza, aunque la mayoría no nos conocían, y solventar las situaciones que ocurrieron, fueron muchas cosas en poco tiempo.
El lunes fue un día tranquilo, todos estuvimos organizando nuestras áreas de residencias, hubo viajes a Walmart para suplir nuestras necesidades, y nos reunimos para conocernos entre todos. El martes tuvimos la bienvenida y jornada de orientación. Aquí se dio la primera que tuvimos, cuando una estudiante de Santo Domingo amaneció mala del estómago.
A mi compañera le tocó acompañarla a la clínica porque en la enfermería de la institución no pudieron atenderla. Por suerte no fue más de ahí, y con medicación se mejoró.
El miércoles fue el primer día de clases, por lo que no teníamos de qué preocuparse; todos iban a estar en las aulas con sus respectivos profesores. Un día normal y corriente, hasta que una profesora de la materia de inglés tuvo un ataque de epilepsia y eso provocó un shock en los estudiantes de esa clase. Y la mayoría eran de mis hijos adoptivos del verano. Por suerte, dos de ellos supieron cómo reaccionar ante la situación, y ayudaron a la profesora para evitar que se lastimara, y llamaron a emergencias. Sin embargo, esto provocó algunos ataques de pánico, nerviosismos y llantos, como es normal. Al final del día la profesora estaba bien, no fue más que un susto, y los chicos estaban más tranquilos. Para el final de la semana se había convertido en una historia para contar.
Ok, ahora lo bueno
Ese jueves iniciaba el Ithaca Festival, que abre con un desfile que se realiza por la ciudad. Lo divertido de esto es que puedes interactuar con las personas de la localidad. Gente sencilla, alegre y humilde. Algunos podrían considerar que son un poco hippies, y a sinceridad me chocó un poco ver a muchas chicas descalzas caminar por el pavimento de la calle, mientras caía la torrencial lluvia, pero fue entretenido.
Para este desfile asistimos unas 12 personas de la delegación —no sé si ya mencioné que en total éramos 62 contando a las chaperonas—. Nos acompañó la encargada de actividades, y como era su primera vez en esa posición no estaba muy segura de donde empezaba el desfile. Por lo que nos tocó caminar un buen pedazo. A parte de que muchas de las calles principales estaban cerradas y no dejaban pasar los vehículos. So nos mojamos, por suerte ya había comprando mi chaleco para lluvia, así que no me empape tanto. Y muchos de los chicos fueron preparados con capas de lluvia o paraguas.
Durante el desfile es costumbre que quienes van desfilando (nosotros íbamos representando a TC3) regalen dulces a los niños que están en las aceras con sus familias. Se sintió un ambiente de alegría y felicidad, los niños recibían los dulces y si si ya tenían te decía con amabilidad que no querían más, o se lo daban a quienes no tenían. Todo el mundo nos sonreía, y las diversas instituciones que participaban tenían sus coros o canciones que nos hacía bailar. Vimos de todo, desde familias sentadas en las aceras sobre lonas, con capas de lluvia, hasta jóvenes descalzos caminando por la calle.
Al finalizar el desfile, nos dirigimos al área del festival, que todavía no estaba totalmente instalada, y comimos pizza en un restaurante al cual terminaba yendo cada vez que iba al centro de la ciudad o Ithaca Commons como es conocido. Ese sábado, volvimos al festival, y ya habían colocadas muchas carpas de distintos puestos. Todo tipo de comida desde pakistani, hindú hasta mexicana, puestos de artesanías que llenaban las calles, presentaciones artísticas en distintos puntos de la ciudad, y la gente alegre compartiendo en las calles. La única dificultad que tuvimos ese sábado fue que hubo un inconveniente con el autobús que iba a pasar a buscar al último grupo que estaba en el festival, y tardó más de la cuenta. Pero en general, al final todo salió bien.
Ese fin de semana, aproveché para ir al cine e hicimos una maratón de dos películas. En este punto deben entender que no teníamos vehículo propio, los autobuses pasaban cada tres horas, si es que pasaban, y los Uber o Lyft había que pedirlos al menos media hora antes de lo que pensabas salir. True story.
Durante la segunda semana, las cosas transcurrieron con más tranquilidad. Alguno que otro percance entre adultos responsables y adultos no tan responsables. Diferencias de ideas entre profesores y estudiantes, pero nada muy allá. Como este fin de semana la mayoría de los estudiantes aprovecharon para ir a otras ciudades, yo igual me fui de fin de semana a visitar a mi hermana a New York, por su cumpleaños. Deben entender que estábamos en el estado de New York, pero a cinco horas en autobús de lo que la gente conoce como NYC.
Claro, que aunque estuve «lejos» no estuve desconectada. Mi compañera me actualizaba de todo lo que ocurría en el campito con las joyas que se quedaron por x o y razón.
Para este punto, ya estábamos contando los días para las vacaciones del 4 de Julio.