No sé por qué duré tanto en iniciar este relato. Quizás porque tengo mucho qué contar o porque he estado divagando por la vida durante todo el verano y ahora iniciando el otoño es que me siento a hacer este tipo de cosas. No lo sé. El punto es que durante mi verano estuve por el norte de New York compartiendo 10 semanas con 60 estudiantes de distintas carreras en un mismo edificio lejos de la civilización —aunque teníamos internet y agua caliente— y tuve la experiencia de la educación superior estadounidense.
Lo que me llevó allá fue más que nada mi trabajo como profesora. Si, al fin logré viajar fuera del país gracias a mi trabajo. Me tomó aproximadamente diez años lograrlo, pero lo hice. Success! Antes lo había hecho o por una beca o por un voluntariado —que aunque me cubría estadía y comida, debía costearme transporte y vuelo—. Ahora bien, como mencioné fue un viaje de trabajo, y definitivamente eso hice. Trabajar. Ah y si, también estudié. Saludos a mi profesora Sarah Wolf, que no sabe español pero fue genial tomar clases con ella. Más adelante les contaré de esa experiencia.
A diferencia de mis viajes anteriores, donde todo lo tenía planificado y dependía más que nada del presupuesto que tuviera en el momento, este viaje dependía de otra institución y de los planes que tuvieran otros. Claro, no todo fue trabajo, y pude aprovechar una que otra escapada a otras ciudades, más que nada para ver a mi familia y amigos.
Como tengo mucho que contar dividiré este relato en varias partes, para que tengan una idea más acabada de mi experiencia y de las cosas que viví en Tompkins Cortland College, y lugares aledaños.
¿Te quedas a leer el resto de mi historia?