2 de abril, 2012.
La ruta se dio tal cual como lo esperabamos. Saliendo del hostal de Lisboa, caminamos en shorts, con maletas, y personalmente yo con un pajón. A parte de que no hacía sol y la temperatura bajó unos graditos más que ayer.
Tomamos nuestro metro sin prisas para llegar a a la estación de autobuses. Todo perfectamente seteado para salir a las 10:30 en el autobus con destino al santuario de Fátima. En el camino nos estresamos un poco, porque por ayudar a una señora que tenía muchas maletas a pasar por la puerta del metro, pasé mi ticket y al final me quedé sin balance. Luego di una vuelta innecesaria hacia otro lado distinto a donde estaba la estación. Pero al parecer el buen karma me acompañaba, porque con todo y esos retrados nos dio tiempo a sentarnos como 30 minutos a esperar. Ventajas de salir temprano.
En el viaje estuve todo el rato «durmiendo» o tratando de. Al llegar a Fátima nos cambiamos los shorts por piezas de ropa más largas (en mi caso jeans), y luego sin idea de a dónde ir, nos topamos con un letrero que nos señalaba el lugar. Pasamos lo que parecía el centro comercial del pueblo, lleno de tiendas con artículos alegoricos a la virgen, y llegamos al santuario. Una gran explanada, donde por un lado estaba la iglesia principal, por otro un camino de peregrinación donde las personas van en rodillas de punta a punta y del otro una especie de capilla.
Una tienda con artículos «oficiales», las imágenes de los niños Jacinta y Francisco en medallas, obviando a la pobre Lucía que no aparecía en parte alguna. Digo, si se acuerdan de la histora de la virgen que se le apareció a tres niños hace cuchicientos años, y que ellos debían rezar el rosario siempre, pues estos eran esos niños. Mucha paz y tranquilidad se sentía en el lugar. La brisa fría. El clima a veces caluroso por el sol caliente y otras frío por las nubes.
Después de comer pescado (al fin, ¡aleluya!) tomamos el autobus con destino a Porto. Otras dos horas durmiendo en el bus. Al llegar, la odisea. Tray había anotado la dirección que según Google Maps le había dado. Perdón por la siguiente expresión pero… ¡Puto Google Maps!
Según el mapa estábamos super cerca del hostal. Pero creanme que fueron casi dos horas de caminata dura y ardua con maletas a rrastras por la mitad de la ciudad. Todo al que le preguntaba o no sabía ni inglés ni español, o no sabía donde quedaba la bendita calle donde se encontraba el hostal. La señora de la frutería solo me decía: Far far away… hubo alguien que mencionó una plaza. Un señor de una cafetería solo dijo: queda un poquito lejos. Una niña la confundió con otra calle y casi tomamos el metro que nos lanzaría del otro lado. Una chica que habla francés, inglés, español y portugues estaba frente al metro repartiendo panfletos, pero no sabía donde estaba la calle.
En fin, que cuando vi la plaza fue como ver la gloria, pero entonces había que bajar una calle y buscar el 213, pero nosotras estabamos por el 485. Finalmente en el hostal, el chico muy amable nos atendió sin problemas y hablaba un perfecto español. Nos mostró la habitación (bella y hermosa, pero sobre todo sólo para nosotras tres y baño privado a un precio demasiado barato para lo que era), y por decisión unánime esta noche ya no saldremos. Recien pedimos pizza de Telepizza, si, aquí hay Telepizza. Y cenaremos viendo programas en inglés gracias a la televisión portuguesa y los programas en audio original con subtítulos.
Mañana saldremos a conocer cómo debe de ser y entonces esa, será otra historia.