24 de febrero 2012
El nacimiento de un hijo es una cosa espectacular. Haces miles de preparativos para recibir a un ser que te acompañará el resto de tu vida. En algunas ocasiones el «embarazo» suele ser un poco tormentoso, se te hinchan las piernas, hay días en los que no puedes dormir por la incomodidad, sientes el cuerpo totalmente distinto y extraño, en fin, que el mismo proceso te cambia totalmente la vida.
Lo mismo sucede cuando ese «niño» es el resultado de tu trabajo y esfuerzo. Una pequeña empresa, una película, un libro, un álbum musical, una exposición de fotografía, un evento. Son muchas las cosas que se pueden mencionar. Para la clase de proyectos editoriales, son muchos los niños a los que daremos a luz. Pero los nervios y la tensión nunca serán iguales a los de la primera vez.
Preparar a Gaur nos tomó a penas tres días. Asumir cada quien el papel que le corresponde, averiguar acerca de las diversas informaciones, prepararnos mentalmente para el día cero: 23 de febrero, nacimiento de Gaur. Desde el día anterior ya habían lágrimas derramadas, en especial por aquellas personas que se encontraban perdidas en el puesto que les tocó. Las expectativas daban por fracasado el proyecto.
Claro que, la unión hace la fuerza. Así que luego de durar dos horas en una Junta General (muy interesante la experiencia, cubriendo la noticia como periodista de la sección de local), que por cierto, la primera media hora no la entendí porque estaba en Euskera, llegué a la redacción para preparar mi nota. Todos estaban trabajando arduamente en sus asignaciones. Personas que ya habían terminado con lo que les tocaba, se dedicaban a ayudar a los que estaban un poco más retrasados. Un ambiente de nerviosismo y tensión se sentía en el aire. Un aire de una verdadera redacción de periódico.
La situación no se puso interesante hasta pasadas las cuatro de la tarde. Las chicas de diseño hacían el mejor esfuerzo que podían, y la sensación de no saber si se estaban haciendo las cosas bien o no, era generalizada. Maquetas que no abrían, bibliotecas que no cargaban, páginas que no aparecían, informaciones que faltaban para completar algún reportaje, teletipos que llegaban cada tres minutos cambiando la orientación de toda una página, decisiones que tomar.
Las redactoras jefes no daban a basto, y cada vez que salían de alguna reunión con el director y los demás jefes, más inseguros se les veía. Palabras mal sonantes aparecían cada dos por tres, caras largas y cansadas, las horas pasaban y la presión aumentaba. El nacimiento podría atrasarse y eso a nadie le gustaba.
A las ocho de la noche estuve caminando entre cada sección tratando de ayudar en lo que podía. Aunque he de confesar que tuve momentos en los que me desesperaba porque no sabía bien qué hacer. Pero recobraba la calma y trataba de ponerme en ello. Esa sensación que se tiene cuando ya se está en labor de parto, o creo que se siente así, no lo sé.
A las nueve empezaron a cerrarse las páginas, y el momento pánico arrasó con todos. El corre corre de aquí para allá, si una raya no estaba bien, si la página no se imprimía, si había que rellenar la portada. Hasta que al fin, la última página se imprimió a las 10 en punto. Gaur había nacido.
Un poco retardado el niño, con algunas extremidades no muy en su lugar, pero perfecto para ser el primer hijo de un grupo que sólo tiene cuatro meses conociéndose. Cada jueves daremos a luz a una versión distinta de Gaur, y al menos durante las primeras semanas, cada jueves las 9:57 de la noche será el momento pánico. Orgullosos debemos sentirnos, de ver la labor bien realizada reflejada en un producto. A pesar de los errores y las dificultades, como grupo hemos funcionado.
Para ver los diseños de Gaur puedes dar clic aquí.