Tras una semana bastante social, donde el lunes terminé de leer The Strange and Beautiful Sorrows of Ava Lavender -libro que me dejó con resaca-, el martes asistí al launch del Audi Q7 -que recién llegó a Rio Preto- donde hubo free food y buena música, el miércoles francamente no recuerdo, el jueves estuvimos en la inauguración de una exposición de arte y el viernes fuimos a un bar restaurante chileno llamado Buena Vista, donde el dueño te recibe y te despide personalmente. Así entonces inició un tranquilo pero al mismo tiempo movido fin de semana en la ciudad de Sao José do Rio Preto.
Como quedan pocos días para dejar Brasil -¡wow, el tiempo vuela!-, decidí tomar este fin de semana para turistear un poco en la ciudad. El viernes, como comenté anteriormente, nos reunimos en un bar restaurante con el equipo de AIESEC, organización con la que estoy trabajando y gracias a la cual vine a Brasil. La noche fue bastante agradable, entre charlas, risas, bailes y ceviche chileno. Sin darnos cuenta ya pasaban de la 1 de la madrugada y era hora de regresar a casa. Al día siguiente, como era de suponer, nos levantamos pasadas las 11 de la mañana, listas para un día de turismo en la ciudad.
La primera parada consistía en comer. Había una especie de feria de camiones de comida, donde restaurantes ponían su camión y daban especiales durante todo el día. En el parqueo de Euro Motors se ubicó una carpa con mesas insuficientes debajo y alrededor los food trucks donde la comida variaba desde coucinhas, hamburguesas hasta tai food y sushi. Habían muchas personas y parecían linces cada vez que una mesa quedaba vacía. Tras darnos nuestra correspondiente jartura, nos dirigimos al Shopping donde Dessa tenía que recargar su teléfono, luego fuimos a buscar a Cris a su casa y aprovechamos para tomar agua fría, dado que el calor nos estaba asando. Nos pusimos en camino pues hacia el Zoo Municipal, al cual llaman el Bosque y tiene las siguientes características: es gratis, es cuidado por personas que viven en la zona, tiene un horario de entrada y uno de salida, y aunque me advirtieron que estaba un poco abandonado y no era la gran cosa, francamente no pude dejar de tomar fotos a los animales, y sorprenderme por algunas especies propias de esta región.
Mi gran sorpresa fue encontrarme con el oso hormiguero, animal que sólo recordaba por la serie animada de la Pantera Rosa cuando era niña. Claro que hubo otros de interés, en especial una especie de mono que cuando luchan por ver quién será el próximo líder de la manada, el ganador viola al perdedor como muestra de hombría. Después de dar un agradable pero corto paseo, dado que faltando 30 minutos sonó la sirena que anunciaba el cierre y debimos cortar camino hacia la salida, nos dirigimos a un pueblo cercano en búsqueda de dulces artesanales. Aquí conocí el interesante pero no tan buen sabor de algo creado con los huesos de las vacas. Not good. Tras realizar nuestras respectivas compras regresamos a la ciudad para tomar fotos en la Basilica, temiendo que estuviera repleta de gente, porque usualmente los sábados siempre hay alguna boda. La sorpresa fue que estaba cerrado, algo que al parecer es muy extraño en especial un sábado. Así que solo tomamos fotos del exterior. Terminamos la ruta en Shopping Iguatemi, donde cenamos, comimos helado y vimos una película en el cine: How to be single. Divertida, entretenida, nos quedamos con el deseo de ir al Gran Cañon. De camino a la casa pasamos por el Cristo Redentor, una copia más pequeña del que se encuentra en el Rio de Janeiro, y donde me tomé la típica foto de turista. Así que ya no tengo que ir a Rio por esa foto…
El domingo nos esperaría con más calma, y tranquilidad. Planificamos tener un desayuno americano compuesto de pancakes, huevos revueltos y bacon, pero como merienda de la tarde. Así pasamos la mañana del domingo durmiendo, para luego levantarnos directo a la hora del almuerzo. Reposamos un poco, nos repartimos los deberes (quien cocinaba y llevaba qué) y nos fuimos a Quinta do Golfe a disfrutar de nuestro desayuno en la tarde. Al lado de la laguna instalamos nuestro picnic, donde otras personas disfrutaban del final de la tarde. Varias cosas de interés sucedieron mientras nos encontrábamos aquí: Primero se nos acercaron dos chicos con una cámara, donde nos pedían participar de un truco de magia -ciertamente era un truco-, muertas de risa aceptamos. Segundo una chica le preparó una sorpresa de cumpleaños a su novia, y cuando llegó todos los que estábamos cerca del lugar nos unimos en la cantada.
La noche llegó y algunos se iban, otros llegaban. Nosotras empezamos el segundo round de pancakes entre charlas, fotos y risas. Admiramos el cielo estrellado, y llegamos al a conclusión de que aquí, todo el año se ven las mismas estrellas. Sin embargo, en mi país, el cinturón de Orión por ejemplo, deja de verse por algunos meses por el movimiento del planeta. Algo que nos pareció muy fascinante.
Inicia otra semana, el proyecto pronto concluye y una nueva aventura se avecina. Mientras tanto, sigo disfrutando de este mundo paralelo ubicado al sur de América.