En el mundo global, cuando hablas de carnaval piensas automaticamente en el desfile de las escuelas de zamba de Rio de Janeiro. Un show de luces, música, trajes brillantes y muchas, muchas mujeres bailando zamba en bikinis muy pequeños. Ese es el carnaval que conocen los extranjeros, el mismo que mis amigos y conocidos me decían: ve a verlo, tomate fotos, etc.
Sin embargo, a pesar de haber llegado justo para disfrutar del carnaval, lo primero que los locales me dijeron fue: no vayas a Rio en carnaval, simplemente no. Luego me explicaron cómo se celebra en el resto del país fuera de Rio de Janeiro, Sao Paulo y Salvador de Bahia. Para hacerles el resumen, aquí en Rio Preto, basicamente se van de la ciudad, como es feriado (lunes y martes) la gente aprovecha el mega fin de semana largo para salir de sus casas, irse de excursión, conocer otros pueblos o alquilar una «chacara» o finca con piscina para pasar los días allí. Muy buena idea tomando en consideración el insoportable calor que hace.
Como apenas tengo una semana residiendo aquí, y sólo conozco a dos o tres personas, mi opción más factible consistió en irme a encerrar por 4 noches y 5 días a una chacara con otros 16 veinteañeros amigos de mi anfitriona. El viaje comenzó el viernes pasadas las 6 de la tarde y terminó el martes pasadas las 6. El lugar al que nos íbamos a hospedar estaba a apenas 15-20 minutos de la ciudad, por lo que cualquier cosa que sucediera no tendríamos el problema de la distancia. Hasta el sábado estuvo llegando gente en diversos vehículos. Se hizo una gran compra que consistió en como 10 huacales de cerveza, y muchas libras de carne.
Unas bocinas que desde que fueron instaladas no se apagaron, con dos o tres pendrives que se iban alternando cuando los playlist empezaban a repetirse. Es decir, tuvimos música 24/7. Desde canciones típicas de la niñez de mis acompañantes hasta Linkin Park, admirado por el 80% de los presentes, y otras bandas del mundo anglosajon y rockero… incluyendo Rammstein.
Cuando eres la única persona que no habla el idioma, y sólo dos personas entienden cuando les hablas en inglés, la comunicación es un poco difícil. Sin embargo, gracias a que tenemos la misma base idiomática, si ponía mucha atención podía entender lo que sucedía o de qué se reían sin necesidad de traductor -en algunos casos, en otros simplemente fracasé-. La primera noche fue tranquila, en modo de adaptación. El segundo día se desató la locura. Muchas personas con altos niveles de alcohol, entre otras cosas.
A pesar de que solo habían dos habitaciones, la casa estaba llena de colchones tirados en el suelo, y el que se sintiera con sueño o cansado, se tiraba donde encontrara puesto. Por suerte para mi, mi anfitriona llevó dos colchones, uno para para y otro para mi, los cuales ubicamos estratégicamente, de manera que al menos en mi «cama» nadie más se acostó, por lo tanto siempre que estuviera con ganas de acostarme, estuvo disponible. Claro que no pude evitar tomar alguna que otra siesta mientras leía un libro en el sofá, lo cual solía ocurrir después de comer.
Hubo personas de las cuales estoy segura no llegaron a dormir más 5 horas seguidas en todos esos días. Cuando me levantaba por las mañanas siempre estaban despiertos y en actividad, y cuando me acostaba en las noches seguían despiertos y activos. Otros parecían peces y desde el momento de levantarse hasta la hora de acostarse se la pasaban metidos en la piscina.
Cuando me explicaron como se celebra el carnaval en Brasil, llegamos a la conclusión de que los brasileños nacidos en noviembre son los hijos del carnaval. Si con esto no entendiste a qué me refería, te lo pondré más claro: En el carnaval los jóvenes se desatan, no sólo toman mucho y comen mucho, como en cualquier otra gran fiesta a nivel nacional, sino que sus instintos sexuales se despiertan, por lo que es muy normal llegar a una discoteca o a un club a ver una banda tocar en época de carnaval, y ver una marea de personas besándose, tocándose, y calentándose para tener sexo, si es que no están en eso ya. Para mi fortuna, de todo el grupo de amigos, solo había una pareja y ellos de por sí tenían su propia habitación. Claro que durante nuestra estadía allá se armó alguna otra, pero nunca vimos nada que pudiera catalogarse de pornográfico.
El tercer día, el domingo, para mi fue de lo mejor. Habían muchos con resaca, estaban más tranquilos, menos alborotados y más relajados. La convivencia se hizo mucho más llevadera y fácil, e incluso en la noche, cuando estuvo por llover armamos un pequeño repertorio musical donde, gracias a que uno de los chicos tiene una banda de rock, aprovechamos los instrumentos musicales para poner nuestros talentos en práctica. Bueno, lo más que podrías sacar de un kareoke cualquiera. Tras rellenar el repertorio, armamos una mini disco, con un aparato que provocaba las luces que se ven los clubes y pusimos música electrónica. Como es normal las chicas bailaban mientras los chicos solo observaban.
La última noche pasó igual de tranquila, con la salvedad de que todos o casi todos nos acostamos casi al mismo tiempo, lo cual era mucho decir, tomando en cuenta que había gente que amanecía. Al principio tenía mis dudas sobre compartir tantos días con un grupo de desconocidos que se la pasaban fumando y bebiendo, pero a pesar de sus vicios, fueron personas bastante decentes.
De las cosas que más me llamaron la atención era como compartían entre todos, si alguien tenía hambre hacía la comida para todos, si alguien quería más cerveza se destapaba una botella y se llenaban todos los vasos que se pudieran, si alguien quería un cigarrillo se le buscaba. Todas las mañanas los primeros en levantarse empezaban a limpiar un poco, algo que se hacía de manera automática, y así iban uniéndose los demás. En los diferentes escenarios siempre había un punto donde la mayoría estaba reunida, quizás alguno se mantenía en la casa para evitar el sol que quemaba, o aprovechaba para tomar alguna siesta. Pero en general se la pasaban compartiendo unidos.
Unos más que otros se mostraban atentos, y de alguna manera todos llegaron a cocinar, aunque fuera pelando las cebollas o haciendo la caipirinha.
El fin de semana terminó, y mi carnaval fue bastante distinto a lo que hubiera imaginado, pero al menos huimos el calor y avancé bastante con mi libro. Hoy reinicié mis labores y ya lo que me queda es seguir trabajando y aprovecha uno que otro fin de semana para hacer alguna excursión a otra ciudad. Increíblemente ya tengo una semana en Rio Petro, y ha sido tan parecido a casa, que se siente como si fuera mucho más tiempo.
1 comentario en «El verdadero carnaval de Brasil»
Que lindo seu texto sobre nosso carnaval, fuco contente que você tenha gostado de estar conosco!
Beijos….
Priscila 😀