Llegar a Holanda para celebrar el año nuevo fue quizás la cosa más extraña que me pudo pasar finalizando el 2011. Con la queja de que nuestro hotel quedaba en el hoyo del mundo, véase que para llegar al centro había que tomar un autobús mas un tren, desde el aeropuerto. En fin, que nos levantamos el sábado temprano, para la visita de vista panorámica de la ciudad.
Un día bastante gris nos recibió. De hecho estaba lloviendo mucho en la primera parte de la mañana. Llegamos al mercado flotante de flores, y luego de 30 minutos recorriendo el lugar, nos fuimos para una fabrica de diamantes. Aquí nos enseñaron como se hacen esas hermosas joyas con diamantes, y hasta nos estaban vendiendo algunas que otras piezas. Claro que 1200 euros por unos aretes del tamaño de dos pulgas no estaba en mi presupuesto y de casi nadie.
Comenzamos por buscar lugares turísticos: el museo de Van Goth, las letras de “I amsterdam”, la fabrica de Heneiken, entre otros. Al museo no entramos a pesar de hacer la fila y que nos regalaran un vaso de chocolate caliente cortesía del museo. Esto porque había que pagar un cojón de dinero para la visita. En las letras las fotos no salieron muy bonitas. Habia demasiada gente para poder tomar una foto sin intrusos.
De ahí salimos a comer. Terminamos en un restaurant Italiano, para correr a tomar el tren en dirección al hotel, dejar los bultos, lavarnos la cara, preparar maletas y regresar para la fiesta de año nuevo a una de las plazas de la ciudad. ¡Que odisea!
No encontrábamos el sitio, cuando lo encontramos, no aparecía el anden donde tomar el tren (una estación muy compleja la de Amsterdam). Finalmente en el tren, esperamos el autobús. Y aperruñados llegamos al hotel.
Amsterdam es conocida por muchas razones, pero en especial por tener la droga legalizada y su Barrio Rojo, donde en las calles hay unas mujeres en ropa interior sexy, modelando/bailando frente a ventanas de cristales. En pocas palabras, el lugar de corrupción por excelencia. A pesar de la educación, el arte, la historia de la misma ciudad y de lo que a mi me encantó: la ciudad en bicicleta y la prohibición de fumar tabaco en cualquier establecimiento.
Pasando por el Barrio Rojo (donde había de todo…y cuando digo de todo es de todo…) llegamos a los famosos Coffee Shops. Después llegamos a un bar, donde se tomaron par de cervezas y duramos como una hora para luego ir a alguna de las plazas de la ciudad donde la gente recibiría el año nuevo.
Duramos aproximadamente 45 minutos para encontrar la jodia plaza. Para que al final la fiesta fuera un reguero de gente alrededor de un monumento, frente a un reloj de una torre, tirando fuegos artificiales y pólvora a diestra y siniestra, para colmo sin música. Era como estar en la guerra.
Dos de los chicos se desaparecieron (aunque uno de ellos ni mucha falta que hacía, muy arrogante y caprichoso el tipo), así que luego de esperarlos varios minutos, nos ubicamos para recibir el año y luego tomar el autobús de regreso al hotel.
No hubo conteo. Y como no hubo conteo, no supimos en qué momento exacto dieron las 12. Desde 5 minutos antes se tiraron los fuegos artificiales y fue como que en un momento estábamos viendo los fuegos muy bonitos, y la gente que encendió antorchas en medio de la plaza y al siguiente instante todo el mundo se abrazaba y se decía Happy New Year. Nosotros al notarlo, nos reunimos en un circulo y empezamos a contar desde 10, para no sentirnos tan perdidos. Yo como todavía no estaba en mis sentidos, seguía medio despistada.
Cuando pasó todo, la gente comenzó a irse, al igual que nosotros. Como hubo gente que se subió en el monumento, vino la policía y los bajo. El mar de gente moviéndose, y nosotros buscando la salida para llegar a la estación. Los minutos más eternos de mi vida.
Finalmente llegamos al hotel, para organizarlo todo y acostarnos, porque a las 7:20 salíamos hacia Alemania, al último destino de este Tour Special.
Amsterdam fue una experiencia inolvidable. Incluso con la guerra desatada en las plazas con los tiros, la gente drogada y «feliz», y la multitud en la calle, la risa fue compañía grata durante todo el tiempo, y las personas con las que recibí el año fueron bastante agradables. Todavía no sentía que ya fuera 2012, pero el recibimiento de este año definitivamente marcó la diferencia.