Levantarse temprano un viernes por la mañana, sin tener clases es todo un reto. En especial si por tu habitación no se cuela un solo haz de luz, el frio te atrapa, y la cama está más sexy que nunca.
Por lo que no se sorprendan cuando en vez de levantarme a las 9:00 am, cuando sonó mi alarma, me dio con dormir una hora más, esperando que mi amiga me llamara para reunirnos en Plaza España. Claro que no conté con que su celular iba a estar descargado, por lo que nunca recibió el mensaje que le envié diciendo: “llegaré más tarde, me quedé dormida”.
Finalmente levantada, luego de revisar mis cuentas y redes sociales (para ver si me había dejado algún mensaje), recibí la llamada donde me decían que tenían una hora esperando por mi. Terminé de alistarme en bola de humo, y luego de tomar una barra de granola de la cocina, me dirigí a tomar el autobús correspondiente.
Aproximadamente 30 minutos esperando en la parada, para entonces durar otros 40 minutos de camino. Finalmente en el lugar acordado, allí estaba ella, sentada esperando resignada. Luego de par de disculpas, nos dispusimos a buscar el Bus Turístico de la ciudad, con el cual recorreríamos esta inmensidad y entonces decidiríamos donde bajar y conocer un poco más.
Siendo las 12 del medio día el tiempo francamente nos rindió. Tras 20 minutos buscando dónde abordar el autobús, nos subimos a la «hielera» de la segunda planta que iba descapotada, so, imagínense el frío que hizo.
Con un mapa, los audífonos con la guía y la cámara estuvimos recorriendo los lugares más emblemáticos de Madrid, para decidir bajar en el Museo del Prado, Gran Vía y el Palacio Real.
En el museo nos encontramos con tremenda fila, dado que estaba en exhibición la Hermita (una exposición de Rusia), y nos enteramos que para los estudiantes menores de 26 años, la entrada era gratuita… ¡Genial!
Luego de ver par de obras, maravillarnos con las meninas de Velásquez, y perdernos buscando la salida, volvimos a tomar el Bus Turístico que nos dejó en Gran Vía, para comer en Friday’s. 50 minutos había que esperar para que nos prepararan una mesa, el lugar estaba full de gente. Nos anotamos y salimos a pendenciar un poco, tomamos algunas fotos en Plaza España, con nuestros amigos Don Quijote y Sancho Panza, y regresamos para comer.
Al comer, volvimos a tomar el Bus Turístico, y nos quedamos en el palacio Real. La casita de los Reyes tenía unos hermosos jardines, y los turistas estaban como moscas en la miel. Aunque claro, eso no fue nada comparado el gentío en puerta del Sol. Como habíamos quedado de reunirnos con uno de nuestros compañeros de la maestría, corrimos para volver a tomar el bus, que al final no tomamos (supuestamente regresaríamos a Plaza España, pero el bus solo llegaba hasta puerta del Sol) so, caminamos hasta el lugar, que al final de cuentas estaba a cinco minutos de distancia. Ya en Plaza España, entonces nos dicen que es en puerta del Sol… ¿que gracioso no?
Tomamos entonces el metro, y al salir por la calle Preciados, me dio la sensación de entrar a un universo desconocido. ¡Dios cuanta gente en un solo lugar!. Si veía a mi derecha, el gentío, si veía a mi izquierda, la multitud congregada. Me daba la sensación de que si salía de aquella esquina me iban a llevar o robar algo sin darme cuenta.
40 minutos duramos para poder reunirnos con Migue y su amiga, para que al final nos diéramos cuenta de que estábamos a una esquinita de distancia. Después de reunirnos nos dirigimos a Plaza Mayor, dado que querían sentarse a tomar algo. Fuimos, probé el bocata de calamar, y nos sentamos a tomarnos algo (yo con mi habitual coca cola, aunque el vaso decía Pepsi).
Un rato después nos despedimos, para regresar a casa y prepararnos para vivir la vida nocturna de Madrid. Una rica cena me esperó en casa, y luego de no tener muchas ganas de salir, mi prima me animó a conocer esa otra parte de esta ciudad.